Combatiendo al maligno

Combatiendo al maligno

La batalla parece incesante entre el bien y el mal, entre la pureza y la impureza, entre lo santo y lo maligno, la dualidad persiste en este mundo finito y caduco. Más allá en la morada del Ser el espacio es infinito, no solo se limita a nuestra parcela individual, esta parcela es una parte del Todo, solo una pequeña parte.


¿qué hace el maligno? Reducirnos a nuestra parcela, a nuestro mundo particular, esta parcela esta amurallada por nuestras limitaciones y condicionamientos, allí el maligno se encuentra en su territorio.

Más allá en la morada del Ser las tinieblas se convierten en luz porque la luz aprende a convivir con las tinieblas, de hecho, la máxima esotérico-gnóstica nos dice que: “de las tinieblas sacaras la luz”. Pero hay que reconocer la Luz como dice el evangelio de Juan entre este mundo y sus tinieblas. La luz es nuestra misma conciencia, en la conciencia tenemos nuestra visión del mundo y la visión del Ser, por ello, en las mismas tinieblas encontramos luz.

La hermandad entre Xólotl y Quetzalcóatl o entre Cristo y Lucifer se debe a que son y forman parte de nuestro propio Ser, el Ser no está separado de nosotros y en su auto-creación nos hace partícipe de nuestra creación o visión del mundo. En esta creación formamos nuestros propios y colectivos arquetipos, donde los dioses buenos y malos, los infiernos y cielos, los dramas, tragedia y comedias de la vida son co-creados por nosotros mismos junto al Ser que siempre está con nosotros y somos nosotros mismos “tal cual somos”.

Podemos aceptar o rechazar el “mal” pero hay que comprender que el maligno forma parte del Ser, el Ser somos nosotros mismos y nosotros co-creamos nuestro mundo exterior e interior. El maligno también es conocido como “guardián del umbral” y guarda celosamente el umbral de nuestra parcela individual, para que no salgamos a ver el resto del espacio infinito del Ser.

Tenemos dos opciones o una batalla inagotable e interminable entre el bien y el mal o encontrar los campos de la paz donde cesan las batallas duales de nuestra mente. El Ser en su infinitud siempre tiene espacio y espacios para trascender nuestras tinieblas o ignorancia, donde una nueva luz nos ofrece perspectivas luminosas. El mal dentro de la dualidad siempre se verá como mal y lo bueno o el bien siempre se verá como bien, en cambio en el espacio ilimitado del Ser abrimos espacios para comprender lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno, hasta que encontramos la raíz de lo bueno y lo malo que en esencia son dos polos contrarios y complementarios del propio Ser.

En el camino hacia la Luz insondable abrir espacios luminosos en nuestro interior genera nuevas crisis internas, donde los viejos paramentos o visiones caducas que son inmanentes a nosotros son trascendidas en nuevas visiones, de ese modo vamos saliendo de nuestra parcela y sus condicionamientos.

La compasión es siempre la llave que abre puertas y nuevos espacios del Ser y su sabiduría, en tal espacio la mente se vuelve dúctil, maleable, flexible, entonces lo malo deja de ser tan malo y lo bueno tan bueno, se va produciendo una simbiosis de bondad y maldad, que al acercarse a la esencia del Ser se reduce en una unidad no-dual, es decir, la compasión integra el bien y el mal sin luchas ni batallas acepta en un mismo sabor la satisfacción y la insatisfacción.

Tanto la comprensión como la compasión van de la mano en un mismo sabor cuando la ilusión y la desilusión son vistas desde lo eterno, es decir desde lo infinito o realidad del Ser. Matamos al maligno cuando lo integramos, cuando aceptamos que somos así, tan capaces de crear infiernos como grandes paraísos. La cuestión es que comprendamos que somos nosotros mismos los creadores de nuestra realidad y que en nuestras manos esta modificar y cambiar nuestra perspectiva convirtiendo lo bueno en malo y lo malo en bueno sin que por ello nos afecte, ya que reconocemos que son creaciones nuestras que las podemos crear, recrear y desechar.

Cuando se nos dice que no hay que mirarle los ojos al maligno como es el caso del mito de la Medusa, significa que dejemos de ver al maligno como siempre lo hemos visto, y aprender a verlo con una visión diferente. ¿cómo ve la compasión al maligno? ¿hemos localizado en el estado de vigilia al maligno y como se manifiesta?¿sigue existiendo miedo a nuestros guardián del umbral? El guardián del umbral es nuestro propio miedo o temor.

El maligno pone sus límites y condicionamientos mediante el miedo, el maligno no quiere que salgamos de sus límites, de su parcela. Si adquirimos el recuerdo de sí mismos comprendemos y vemos que el Ser que somos nosotros mismos es infinito e ilimitado y que por tanto no tenemos por qué quedarnos encerrados en la parcela. Cristo que es la Luz nos abre las puertas a las tinieblas para que como buenos ladrones saqueemos toda la luz de las tinieblas.

El Ser ilimitado siempre tiene nuevos espacios donde generar luz, cuando nos limitamos por un problema o una pena, al recordarnos a sí mismos reconocemos que tenemos un espacio inmenso rodeando al problema o la pena y que fuera del limitado espacio del problema encontramos espacios nuevos con nuevas luces y perspectivas.


Cristo no ve a su hermano lucifer como un demonio horrible, Cristo blanquea y convierte a lucifer en un bello ángel. Cuando Cristo siempre revolucionario e inconformista busca más luz tiene que rasgar nuevos velos a las tinieblas, finalmente encontramos la propia luz de lucifer semejante e igual a la luz de Cristo.



Vencer al maligno es vencer nuestro miedo

Abrir nuevas puertas que cierran la luz

La luz nos permite ver y vemos lo que la luz nos muestra

La conciencia es luz y con ella vemos el mundo

Descubrir la luz es descubrir al que ve, al que observa

y descubrir al que nos muestra el mundo.



Atentamente:

Rafael Pavía.                             21/04/2021.

 

 

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