Ilusión y desilusión espiritual

Ilusión y desilusión espiritual.

Mientras la conciencia no sea capaz de ver la realidad “tal cual es” (talidad gnóstica) el sueño, la ilusión y la ignorancia nos llevaran por senderos equivocados. El maestro SAW, hablaba del egoísmo espiritual, J. Krishnamurti, Lama Chogyan Trungpa, y otros pocos maestros, también nos advierten de los peligros de la ilusión espiritual.


Aunque se nos advierta de los peligros de la espiritualidad, al recorrer el camino no estamos exentos de caer en las ilusiones y los deseos espirituales, se nos advierte de del riesgo de los sidhis o poderes psíquicos, cuando empiezan aflorar capacidades psíquicas como clarividencia, desdoblamientos astrales, recuerdos de vidas pasadas, experiencias jinas y más, nos encandilamos con estos fenómenos sin dejar de ser subjetivos e incoherentes, con tales fenómenos. El maestro SAW. Nos dice que hay que estudiar la causa del fenómeno tanto en lo físico como en lo psíquico, nos dice que hay que comprender el “noúmeno” o causa del fenómeno, solo comprendiendo la causa de los fenómenos podremos ser objetivos sobre toda esta fenomenología psíquica, que tanto ilusiona a los neófitos en estos estudios.

También se nos advierte del peligro de la mitomanía, peligro dado por haber recibido experiencias sobre iniciaciones o sobre múltiples experiencias con divinidades, maestros, experiencias celestes o infernales, etc. etc. el peligro de la mitomanía tiene su base en el “yo”, que al experimentar las diversas experiencias se cree sabio, humilde, virtuoso, etc. por ello se habla de eliminar al “yo”, como medida para evitar el peligro propio de una espiritualidad subjetiva.

Eliminar el “yo” implica eliminar nuestras ilusiones, nuestros propios sueños, incluyendo los deseos espirituales. Cuando entramos en un camino espiritual, en parte es porque existe una desilusión existencial, porque no le encontramos sentido a la vida material, y buscamos una salida que nos reconforte en nuestra crisis, entonces el propio ego se ilusiona ante el hecho de un nuevo camino espiritual, que nos de esperanzas e ilusiones, que nos muestre una solución y que nos saque de los agobios de la vida material, así vamos sustituyendo lo material por lo espiritual. El caso es el siguiente, después de haber logrado diferentes logros espirituales, podemos quedarnos tan conformados, como aquel que ha logrado éxito en su vida material y ha obtenido una bonita casa, un buen coche, su buen chalet, etc. entonces también caemos en un conformismo espiritual al haber obtenido diferentes logros espirituales, incluyendo la maestría.


La maestría tiene diferentes grados, así como existen diferentes grados de riqueza material, así podemos encontrar maestros espirituales buenos, regulares y malos, cuando comento esto con mis estudiantes siempre quedan sorprendidos, pues se presupone que un maestro espiritual es siempre bueno. La espiritualidad tiene tantos o más riesgos como la vida material, hay quien mide su espiritualidad según su salud física, hay quien mezcla la espiritualidad con el éxito en la vida material, hay quien se fanatiza en una vida exclusivamente espiritual, así, encontramos diversidad de visiones espirituales, que confunden al neófito y a los adeptos.

¿cómo evitar la confusión en el camino espiritual? En principio es normal estar confundidos y extraviados en lo espiritual, solo después de adquirir larga experiencia, se puede empezar a ser objetivo. La guía y el ejemplo de un maestro es necesaria en un principio luego tenemos que confiar en nuestra propia experiencia. Primero tenemos que advertir que el mundo espiritual es de naturaleza abstracta, es decir, no se puede medir, pesar, cuantificar, numerar, etc., por lo que todas las experiencias espirituales incluyendo éxtasis meditativos son parte de una fenomenología pasajera, temporal, siendo que el “yo” se aferra a lo temporal, al recuerdo, al ayer, intentando prolongar su existencia anqué sea con sus ilusiones espirituales.

La batalla del “yo” se mueve entre las ilusiones y las desilusiones, la satisfacción y la insatisfacción, he ahí, la base del conflicto entre el camino que lidia entre lo material y lo espiritual. Toda satisfacción incluyendo las espirituales son pasajeras, después de una ilusión viene una desilusión, después de una satisfacción viene la insatisfacción. Lograr un estado de paz permanente es otra ilusión, para cesar la batalla es necesario salirse de la dualidad provocada por el ego entre las ilusiones y sus deseos, así como de las desilusiones y sus deseos, ya, que es el deseo quien nos aferra y nos apega con su identificación tanto en los placeres materiales como espirituales.

Vivir sin ilusiones, es realmente estar muerto psicológicamente, algo que parece imposible incluso para algunos maestros espirituales. Existe un koan zen, que dice:

“al principio del camino ves la montaña tal como es, en el recorrido del camino dejas de ver la montaña tal como es, al final del camino vuelves a ver la montaña tal como es”. 

El significado de este koan, es muy esclarecedor, el hecho de que en nuestro recorrido espiritual dejamos de ver la montaña “tal cual es”, es debido a todas las ilusiones y falsas esperanzas que depositamos en nuestra fantasía espiritual, esta fantasía se refugia en una idealización subjetiva sobre la naturaleza del espíritu, fantaseamos sobre como es el cielo, el nirvana, el infierno, e incluso fantaseamos sobre la realidad de los maestros espirituales, que no dejan de ser hombres comunes, que padecen, enferman, mueren, lloran, ríen, etc.

Entonces ¿cuál es el verdadero logro espiritual? El verdadero logro espiritual es dejar tanto las fantasías materiales como espirituales, en una ocasión el M. SAW. Llevo a conocer a sus discípulos el nirvana y los llevo a una heladería, es famosa esta anécdota, así de simple fue la experiencia del nirvana, mientras el maestro gustaba de los deliciosos helados. Esta fue una lección excepcional y poco comprendida. Cuando dejamos caer en todas las ilusiones tanto materiales como espirituales, volvemos a ver las cosas “tal como son”. en nuestro recorrido espiritual, mientras sigamos confundidos en falsas ilusiones, seguiremos siendo subjetivos e incluso incoherentes en nuestros actos, cayendo en las ilusiones de las falsas apariencias.

En el logro espiritual dejamos de soñar con las ilusiones y trascendemos las desilusiones, ambos aspectos son propios del “yo”. En mi experiencia personal, después de experimentar diversos éxtasis maravillosos, quería seguir experimentando esos estados de conciencia o establecerme definitivamente en ellos, al no ser así, me producía angustia, a la vez que pensaba que no era merecedor de esa permanencia en el amor divino. La disolución hizo meya en mí, las noches oscuras son oscuras porque la luz aún no ha comprendido la realidad de aquello que nos sucede. Con la diversidad de éxtasis y sus diferentes grados, hay que actuar en consecuencia, podemos decir que estos estados de éxtasis son aperturas a una conciencia cósmica común, una apertura al amor incondicional, la pregunta que me surgió en la desilusión fue esta, ¿para que sirve una experiencia tan maravillosa, si después no la aplicas en el mundo real en el que vives? Efectivamente, así es, si uno vive la experiencia del éxtasis y del amor incondicional, esta experiencia no es ni debe ser exclusiva para uno mismo, para el propio ego, sino, que debe ser útil para nuestros semejantes; creer que tal experiencia se podrá mantener en lo eterno para sí mismo, es un engaño muy egoísta del ego.


Es normal que nos ilusionemos en un camino espiritual, que busquemos un objetivo a alcanzar, que experimentemos diversidad de experiencias psíquicas y espirituales, pero no debemos caer, como nos advierte el maestro SAW en la “falsa sensación de seguridad”. La iluminación no se basa en simples o maravillosas experiencias, mucho menos en pretender ser un Ser excepcional y maravilloso o un santo inmaculado que todo lo trasciende, despreciando lo humano como si fuera un simple desecho temporal, sin aun haber comprendido la naturaleza de lo eterno.

Si la ilusión espiritual nos llena de esperanzas y nos empuja a buscar la verdad, la verdad nos enfrenta a nuestras desilusiones, y superar nuestras desilusiones nos fortalece mostrándonos la realidad del Ser.

La maestría no puede ser completada mientras sigamos atrapados en el juego de la ilusión y la desilusión, basar nuestra espiritualidad en ilusiones, en logros extraordinarios que nos convertirán en seres excepcionales con maravillosos poderes, con virtudes intachables, convirtiéndonos en seres de pura luz, etc. forma parte de nuestra ignorancia sobre el Ser. La parte más realista y objetiva de la espiritualidad viene con la desilusión, que también hay que trascender, cuando dejamos de soñar y de apegarnos a nuestros deseos y sus proyecciones espirituales, la luz sin sombra nos muestra la realidad del Ser.

Aunque parezca increíble, en estos tiempos tan materialistas donde la espiritualidad ha caído en sus más bajos niveles, es una oportunidad maravillosa para ofrecer una espiritualidad apta y exquisita en estos tiempos, dejando atrás las tradiciones míticas, que, aunque forman parte de nuestra tradición y que por tanto no hay que menospreciar, lo interesante de la condición actual de la moderna civilización, es precisamente la desilusión. La desilusión que tanto afecta a la vida horizontal como a la vertical, siendo precisamente esta desilusión la que se debe de aprovechar para mostrar una realidad objetiva, clara y diáfana de lo que es el Ser.

Como decía el maestro SAW. “en esta época de bancarrota de valores” lo interesante, es mostrar la realidad del Ser más allá de toda ilusión o fantasía espiritual, hay que mostrarle a la gente, que los valores del Ser están por encima del bien y del mal, que toda la moralidad del pasado es un condicionamiento que juega con nuestra conciencia, que lo realmente autentico está por encima de lo celeste y lo infernal, que los condicionamientos mentales con sus prejuicios, sus valorizaciones, estimaciones, no son más que sueños que nos limitan; y que la realidad se encuentra en una mente totalmente abierta, sin sujeciones del pasado, sin moralidades caducas, sin enfrentamientos entre religiosidad y ciencia. Recordemos al Maestro SAW, “lo que hoy es moral, mañana será inmoral”. La batalla incesante exenta de paz verdadera, es una batalla entre lo bueno y lo malo, entre el ayer y el hoy. Si llegamos a creer en nuestra mitomanía que vamos a ser o somos santos impolutos, sin tacha o sin mancha, es que, aún no hemos comprendido que nosotros mismos somos y estamos incluidos en esta humanidad desquiciada.

Creer que somos diferentes o ajenos a esta humanidad es ignorar la naturaleza del Ser, es seguir con un “ego” aislado, incapaz de asumir el amor incondicional y ecuánime. Adoramos al Cristo ignorando que el Cristo es “Unidad múltiple perfecta” y que no podemos ser ajenos a los “buenos” a los “malos” a los “ignorantes” y a los “ignorantes que ignoran que son ignorantes”, etc.

La desilusión, es precisamente la esperanza mayor que una correcta espiritualidad puede aprovechar, pero, pretender en estos tiempos crear ilusiones fantásticas sobre el nirvana, el cielo, los ángeles y demonios, sobre el infierno y sus eternos castigos, etc. no va a tener efecto alguno sobre los desilusionados moradores de estos tiempos. Seamos realistas, seamos cabales, si este mundo se desmorona es por falta de lucidez, por falta de clarividencia objetiva, son pocos los maestros que hoy en día ponen luz sobre la faz de la tierra, sencillamente porque seguimos bajo los mismos patrones del ayer, del ayer y de su recuerdo donde el ego se refugia.

Seguimos creyendo en las míticas leyendas del pasado, poniendo una venda asustadiza sobre nuestros ojos, sin ver, como nuestra mente ha creado esos mitos y leyendas, seguimos ciegos ante las tradiciones sin darnos cuenta que hemos sido nosotros mismos los que las hemos creado, las hemos escrito, nos las hemos creído y nos hemos condicionado con nuestra propia tradición. No hay que repudiar la tradición, pero si hay que comprender su origen y su historia, ahora la humanidad requiere respuestas logias y que trasciendan a la vez la lógica racional, pero evitando caer en la simple “fe del carbonero”, y sin caer en especulaciones fantásticas de la espiritualidad.


Hoy más que nunca se requiere ser objetivos en la espiritualidad, dejar de ser como decía el Maestro SAW “ciegos guías de ciegos”, la actualidad nos demanda una nueva luz acorde con estos tiempos. Si la humanidad contemporánea esta desilusionada, apuntemos hacia una espiritualidad certera, capaz de enfrentar esta desilusión, que es la mejor disposición a una espiritualidad sana, sin fantasías, sin proyecciones ilusorias.

Si realmente indagáramos sobre las altas cumbres de la espiritualidad, nos daríamos cuenta de que en estas cumbres se trasciende toda dualidad, mostrando que la ilusión y la desilusión forman parte del engaño y del sueño del “yo”. El “yo” es dual y así dice el Maestro Samael:

<Todo razonamiento se fundamenta en el batallar de los opuestos. Si decimos: Fulano de tal es alto; queremos decir que no es bajo. Si decimos: Estoy entrando; queremos decir que no esta­mos saliendo. Si decimos: Estoy alegre; afirmamos con ello que no estamos tristes, etc.

Los problemas de la vida no son sino formas mentales con dos polos: uno positivo y otro negativo. Los problemas se sostie­nen por la mente y son creados por la mente. Cuando dejamos de pensar en un problema, éste termina, inevitablemente.

Alegría y tristeza, placer y dolor, bien y mal, triunfo y derro­ta,
constituyen el batallar de los opuestos en el cual se fundamen­ta el Yo.

Vivimos miserablemente toda la vida de un opuesto a otro: triunfo‑derrota, gusto‑disgusto, placer‑dolor, fracaso‑éxito, esto aquello, etc.

Necesitamos liberarnos de la tiranía de los opuestos. Esto sólo es posible aprendiendo a vivir de instante en instante, sin abstracciones de ninguna especie, sin sueños, sin fantasías.

¿Habéis observado cómo las piedras del camino están páli­das y puras después de un torrencial aguacero? Uno, sólo puede murmurar un ¡Oh! de admiración. Nosotros debemos compren­der ese ¡Oh! de las cosas sin deformar esa exclamación divina con la batalla de los opuestos.

Joshu, preguntó al Maestro Nansen:

-¿Qué es el tao?

-¡La vida común!-respondió Nansen.

-¿Cómo se hace para vivir de acuerdo con ella?

-Si tratas de vivir de acuerdo con ella, huirá de tí. No trates de cantar esta canción, deja que ella misma se cante. ¿Acaso el humilde hipo no viene por sí solo?

Recordad esta frase: "La Gnosis se vive en los hechos, se mar­chita en las abstracciones, y es difícil de hallar aún en los pensa­mientos más nobles.">
Este es un ejemplo de una visión cumbre de la espiritualidad, que trasciende el dualismo de la mente ordinaria o intermedia. Añadimos a esta dualidad la ilusión y la desilusión.


Cuando la ceguera de un maestro nos alienta a seguir sufriendo, padeciendo y sacrificándonos hasta la extenuación, como he sufrido en mis propias carnes, es porque no ha encontrado el remedio a su propia confusión. Se pone el ejemplo de Jesucristo y su encomiable calvario, justificando el hecho de que aún no hemos alcanzado suficientes méritos para el logro de la paz eterna y su felicidad. Pero bien sabido es, que la idea de un camino espiritual es la de liberarnos del karma, el sufrimiento y la ignorancia. Empeñarse en un objetivo fantástico es ignorancia, perseguir una fantasía es un error, continuar como un burro detrás de una zanahoria, es la ilusión del ego. Cristo vino a liberar a hombres y dioses de su propio calvario y de su agónico sufrimiento mostrándonos la verdad que nos hace libres, tal verdad se hace más patente en la desilusión espiritual, tal desilusión a la vez nos muestra una verdad más profunda y amplia.

Una vez, dejamos nuestras ilusiones y desilusiones la luz sin sombra propia de Cristo, nos permite el estado de la Talidad, es decir ver las cosas “tal como son”. Con ello comprendemos tanto la naturaleza del espíritu como de la materia, tanto del vacío como de la forma. Ambas naturalezas son “una” en la morada de la luz sin sombra, donde se encuentra el origen primordial del Ser.

Examinar, indagar, descubrir aquello que nos confunde, es descubrir el engaño de las ilusiones y las desilusiones.

Podríamos seguir escribiendo páginas y páginas sobre los recovecos engañosos de la espiritualidad, tratando de aclarar nuestras confusiones, pero la simplificación, la sencillez, lo diáfano y claro, está exento de complicaciones; esta verdad sencilla, simple, diáfana, es el resultado de superar ilusiones y desilusiones.

También me agradaría seguir hablando sobre esa espiritualidad nacida de la desilusión y que tanto beneficio ofrecería nuestros contemporáneos semejantes. Seguiremos si dios quiere en una próxima ocasión.

Atentamente:

Rafael Pavía.              01/08/2020.

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