El amanecer de la Conciencia Integral

El amanecer de la Conciencia Integral

¿Qué es la conciencia? esa es una pregunta que nos lleva hacia el confín de toda frontera humana, solemos decir que hay que tomar conciencia de la historia, conciencia social, educativa, conciencia de sí mismo, etc. pero ¿que es la conciencia? Ken Wilber creador de la psicología integral, nos abre las puertas a comprender mejor la naturaleza de la conciencia, es en su libro los “Tres ojos” donde explica la visión del ojo fisico, la de la razón y la de la contemplación, y nos explica que estamos en estos momentos en la mejor disponibilidad para acceder a una visión integral o completa, sobre la dimensión de la conciencia. Kem Wilber desarrolla una teoría de enormes dimensiones, por ello es llamado el “Albert Einstein de la conciencia”, el mismos señala que una cosa es la conciencia integral y otra la teoría integral, lo difícil y complejo es encontrar palabras que expliquen lo profundo y amplio de la conciencia.


Francisco Valera, fue otro inminente erudito, biólogo, neuro-cientifico e impulsor de las ciencia cognitiva, quien en su libro “de cuerpo presente” hace un estudio minucioso sobre la conciencia, cuerpo y mente dejando un buen legado para subsiguientes investigaciones, F. Valera inicio conversaciones con el Dalai lama creando un circulo de relación entre la tradición del budismo tibetano y la ciencia contemporánea, buscando los nexos de la tradición en la meditación y la propia ciencia.

Lo cierto es que la conciencia humana sigue siendo la última frontera por descubrir y una maravillosa aventura para quien busca descubrirla. Otro gran erudito fue Jean Gebser llamado el “cartógrafo de la conciencia”, en su libro “Presente y origen”, explica con claridad y detalle las sucesivas mutaciones de la conciencia humana en su evolución, siendo cinco los estados básicos en la evolución de la conciencia: 1º arcaico, 2º mágico, 3º mítico, 4º mental y 5º integral, siendo esta ultimo estado de conciencia el que está en cierne o en vías de abrirse paso en la humanidad.


Y ahora perdonen mi atrevimiento, por exponer mi visión sobre la conciencia, me ciño a mi experiencia y mi investigación autodidacta, primero la conciencia no es ajena a nada, lo incluye todo, cuerpo, mente, espíritu, etc. es de naturaleza inmanente y trascendente, se encuentra fuera y dentro, arriba y abajo, todo lo incluye, lo relativo y lo absoluto. Las investigaciones de la neurofisiología siguen adelante con sus descubrimientos, para ello como cita el eminente fisiólogo Francisco Rubia, en su libro “conexión divina” se ha disuelto el dualismo entre mente y cuerpo, para poder seguir con sus indagaciones, ya que a frontera entre lo físico-corporal y lo abstracto e intangible, resultaba un rompecabezas infranqueable.

Mi investigación y experiencia se basa en la práctica de la meditación y mis estudios autodidactas, poniendo la experiencia de la meditación como base, y me adentro en la naturaleza abstracta de la conciencia. Hablar de paz, libertad, bondad, amor, compasión, lo eterno, el alma, la psiquis, la mente, etc. es hablar sobre aspectos abstractos, también nuestro “yo” es abstracto, pues es ilocalizable, intangible, ya que no se puede encontrar ni con el bisturí, ni con las resonancias, TAC, scanner, encefalogramas, etc. en todo caso solo vemos efectos, pero no el ente-conciencia, o el propio “yo”.

Pasemos a lo abstracto, a las experiencias propias de la conciencia, que como dice Ken Wilber son ineludibles por sus incontables vivencias, tanto Ken Wilber, como Jean Gebser, como Francisco Valera tuvieron experiencias de éxtasis o samadhi, experiencias transpersonales, que van más allá de ojo o visión de la mente racional, este tipo de experiencias están avaladas por una tradición milenaria tanto en occidente como en oriente, siendo fruto de una conciencia supra-racional, debido a estados contemplativos.

Existe un salto cualitativo entre lo racional y lo trans-racional o integral, conocer los límites de lo racional, es un primer paso para indagar sobre la naturaleza de la conciencia que todo lo incluye. Pongamos como ejemplo la compasión, como elemento natural de una conciencia despierta e integral, la compasión no requiere de ninguna premisa ni condición, si encerramos a la compasión con formulismos racionales, estamos limitando lo ilimitable, lo mismo sucede con la paz o la libertad, en cuanto ponemos limites a estas cualidades, estas quedan a merced de nuestros bloqueos, o condicionamientos, lo que significa que se quedan en valores parciales, sin poder expandir su naturaleza.

ya que su naturaleza abstracta es incondicional, la paz, la libertad, la compasión y los valores esenciales de la conciencia por su propia naturaleza, no pueden ser cosificados, ni pesados, ni medirse, ni numerarse, por tanto, ¿cómo le vamos a poner límites?


Lamentablemente nuestro estado mental-racional todo lo quiere cosificar, medir, formular, sospesar, sin reconocer lo racional sus propios límites, mientras que el ejercicio de la conciencia en su atributo contemplativo deja atrás los límites y condicionamientos, abriéndose a una experiencia ilimitada que todo lo incluye en su inmanencia y trascendencia.

La compasión es simple, no pone trabas, ni requiere de experiencia, ni conocimientos, ni de masters, ni de maestrías, etc. esta es su asombrosa naturaleza, la simplicidad. La sabiduría de la compasión es la apertura a lo incondicional; son nuestros propios condicionamientos y limites los que ahogan a la conciencia y la sumen en la confusión de todas nuestras premisas y de lo pre-establecido.

Al abrir el ojo de la contemplación descubrimos que la conciencia no pone condiciones, ni limites, su expresión más elocuente es el silencio, con ello adquirimos una apertura libre incluso de lo temporal. Aquí seguimos con lo ilimitado, con lo infinito, conceptos abstractos que solo se pueden vivenciar en primera persona y que mediante la sabiduría de la compasión podemos señalar.

Pasemos a lo atemporal, a lo eterno, ¿podemos imaginar que el amor es innato, es decir no nacido? Y ¿que es el impulsor y creador de este infinito universo que nos rodea? ¿Puede ser algo tan simple y a la vez tan grande? Dice Ken Wilber que Eros es la fuerza que impulsa y crea todo lo que nos envuelve, y Tanatos su contrario, aquel que con el paso del tiempo todo lo destruye. Existe la dualidad en lo físico-corporal y en lo racional que dilucida en la esfera de lo abstracto o intangible. La dualidad física

se enmarca dentro de lo temporal o existencial, mientras que la dualidad racional de lo intangible, no tiene medida ni tiempo, aunque la limitada capacidad racional pretende envolver lo abstracto dentro de su concepto materialista y empírico, encajando su visión también dentro del marco de lo temporal. Debido a la limitada capacidad cognitiva del razonamiento, nos quedamos estancados en su perspectiva temporal, por ello es imprescindible abrir el tercer ojo de la contemplación para vivenciar la realidad de lo abstracto, de lo intangible.


La conciencia es una “Totalidad”, un espacio abstracto y absoluto, incondicional, atemporal, donde la presencia de un testigo acorde a esta naturaleza, es a la vez inmutable y mutable. Esta presencia siempre presente de la conciencia es innata, no nacida, es decir atemporal, ¿cómo se descubre lo atemporal? Mediante la contemplación, en la contemplación el espacio temporal se desvanece, Cronos deja su “tic-tac” y experimentamos un sentido espacial donde la presencia percibe el movimiento desde una aperspectiva, es decir, sin conceptos preestablecidos, entonces el ayer y el mañana se concretan en un presente incondicional.

Lo eterno, se registra en un presente abierto sin prejuicios, los budistas hablan de cuatro tiempos: el ayer, el presente, el mañana y el cuarto tiempo que es un presente sin la sujeción del ayer y el mañana. Por ello, todas las tradiciones espirituales insisten en vivir el presente, pero este presente debe ser atemporal, lo que significa que nuestra conciencia debe estar abierta asumiendo un estado de aperspectiva, esto es sin condicionamientos preestablecidos.

La perspectiva mental-racional mientras esté sujeta a dualismo, se encontrará en un continuo debate entre lo creíble y lo increíble, esta condición debe ser aceptada, pues es inmanente en nosotros, pero nuestra misma conciencia que anhela descubrir una verdad más amplia y profunda nos impele a que pasemos de lo racional a lo transracional. Para ello, requerimos del ejercicio de la contemplación, entonces descubriremos lo ilimitado, lo incondicional, la expresión clara y diáfana de una conciencia que siendo innata posee la cualidad de una constancia perpetua o atemporal.

Al descubrir la naturaleza abstracta de la conciencia, todos sus valores quedan inmaculados, incontaminados, en un espacio diáfano, libre, incondicional, entonces las palabras que nuestra razón utiliza quedan obsoletas, y solo el silencio con su claridad puede percibir la dimensión abierta. Es posible que cuando la conciencia integral ahora en cierne se colectivice, se produzca la mutación biológica que encuentra nuevas palabras que describan mejor el espacio abstracto absoluto, estas palabras nuevas se saldrían de la concepción dual y temporal.


Finalizamos diciendo, que la conciencia en su despertar continuamente indaga y se revaloriza, expandiéndose en amplitud y profundidad, así el amor, la compasión, la paz, la libertad, y todos los demás inmedibles valores participan de un espacio diáfano e ilimitado, donde lo simple es su naturaleza primordial.

Atentamente

Rafael Pavía.                       13/07/2020.

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