La eterna primavera

La eterna primavera

Decidme señores de la mente, maestros del espacio sin fin, ¿dónde empieza el dolor y dónde termina? ¿Existe algún paraíso libre de sufrimiento, un cielo eterno donde perdernos sin retorno? O ¿sencillamente tenemos una ilusión de que eso exista?


Si, ciertamente existe tal ilusión, y como todas las ilusiones queremos que exista tal paraíso. Y ¿puede una ilusión llegar a gestarse? Si, se puede crear tal paraíso celeste, ya que nuestra mente es un espacio sin fin y en tal espacio todo cabe, todo puede crearse, sin embargo, no debemos caer en el engaño de la ilusión ¿cómo podemos crear una ilusión que dure eternamente?

El magisterio de la mente pertenece a quienes no han dejado un rincón de la mente sin explorar, y siendo la mente ilimitada, un espacio sin fin, la exploración de tal espacio solo se completa cuando admitimos la naturaleza y la esencia de nuestra mente. Una vez admitimos y verificamos la grandeza de la mente, su total dimensión, entonces descubrimos que allí no hay distancia, nada queda lejos ni cerca, no existen recorridos largos o cortos, allí el tiempo queda a merced de la luz, la luz de nuestra conciencia y con dicha luz viajamos traspasando los espacios temporales.

Señores de la mente, decidme ¿existen tiempos largos y cortos? Sí, claro que sí, un minuto se nos puede hacer largo y una semana pasarnos volando, la longitud de tiempo depende de nuestros estados mentales, no del cronometro. Así, el espacio ilimitado de nuestra mente carece de distancias largas o cortas, podemos pasar del cielo al infierno con un pequeño salto y viceversa.


Nuestras ilusiones con sus deseos y proyecciones distraen a la mente atenta y lucida, las ilusiones nos encadenan en sus sueños y recreaciones, cada ilusión vive su sueño, se recrea en su juego se divierte y alegra mientras sostenemos sus juegos malabares. Mientras que la mente atenta y lucida observa como los sueños y las ilusiones van y vienen, se gestan y desaparecen en sucesivas oleadas, pues la mente atenta que no se distrae permanece en su espacio atemporal, observando serenamente el juego recreativo de nuestras ilusiones.

Señores de la mente, ¿vieron como la realidad cambia sucesivamente, vieron como la alegría y la felicidad, pueden ser sustituidas de inmediato por la tristeza y la desdicha? Sí, claro que sí, en cuestión de instantes la realidad sufre el antagonismo entre la luz y la oscuridad, y es que mientras sigamos sin descubrir el juego de las ilusiones, nuestra alma sufre los embates de nuestro destino, porque la realidad es cambiante, impermanente, temporal.

Señores de la mente ¿pueden afirmar que existe una eterna primavera para nuestras almas? Sí, claro que sí, pero no se trata de una ilusión ni un sueño, pues dicha primavera eterna justo se encuentra en el “tiempo sin tiempo”, donde la atención plena permanece siempre fresca, viva, lucida, instante tras instante, sin caer en la sombra ilusoria de lo temporal.

Aquello que siempre permanece no tiene formas, ni nace ni muere, ni tiene principio ni fin ¿dónde se encuentra aquello que permanece? Se encuentra en la propia atención lucida. En tal atención descubrimos que no son los ojos los que miran, el que mira utiliza los ojos y su visión, pero el que mira, el que escucha y percibe la realidad siempre cambiante no son los ojos ni los oídos, aquello que todo lo percibe se encuentra en la mente plenamente atenta.


Cuando nuestros ojos y oídos pierden su visión y audición, nuestra atención puede seguir plena y atenta, así cunado practicamos la meditación cerrando nuestros ojos y buscando el silencio, la atención se eleva y la lucidez resplandece mejor, y en caso de perder la atención vemos y oímos, pero ni miramos ni escuchamos*.

Señores de la mente ¿vieron a quien escucha y mira? Él no tiene nombre, ni títulos, ni cuelga honores, ni tiene forma alguna, ni nace ni muere, ni crece ni decrece, su misterio es la luz, la luz sin la sombra del tiempo. Él permanece simplemente en la atención plena y ese es su secreto misterioso, nada le perturba cuando mira y escucha, pues se mantiene en la frescura de la eterna primavera.

Atentamente

Rafael Pavía.                       29/mayo/ 2020.


*En el Diccionario de uso de María Moliner se leen las definiciones siguientes para ver: poseer el sentido de la vista' y 'percibir algo por el sentido de la vista'. Mirar, por el contrario, en el DRAE, aparece explicado con las siguientes palabras: 'fijar la vista en un objeto, aplicando juntamente la atención'.



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