La fe en uno mismo

La fe en uno mismo.

Entre las piedras frías de los templos la fe desfallece, en periodos anteriores la humanidad se oraba a la vida, al sol, a la luna, a las montañas, los ríos y lagos, a sus tótem, todo era bendecido por el espíritu animista, cada ser sintiente era poseedor de una anima que lo avivaba, siendo la tierra todo un ser vivo. Después preferimos adorar estatuas con poderes divinos, en templos que fueron erigidos como lugares sagrados, adorando dioses tan poderosos que dominaban el mundo, siendo los rituales sacerdotales los que mediaban entre lo divino y lo humano.


Ahora entre los fríos templos empedrados la fe languidece, con más penumbra que luz. Ahora es el tiempo de la “fe de la razón” que ha matado la “fe del corazón” y también a matado la magia animista que es la “fe de la armonía”.

La fe de la razón es teología y especulación, donde las palabras intentan captar la verdad, mientras la verdad se escapa de las letras. La razón sigue midiendo, numerando, pesando, cosificando, su realidad, dejando atrás lo sagrado, lo venerable, si eliminamos de nuestra vida lo sagrado ¿qué queda? Queda la familia, las amistades, el trabajo, quedan las cuestiones cotidianas que algunos catalogan como cosas sagradas, ejemplo: mi familia es lo más sagrado, mi trabajo es una bendición, etc. al alejarnos de lo sagrado nos queda la condición humana.

En la condición humana ¿existe algo de sagrado, de misterioso? O somos plenamente convencionales, somos capaces de ver en lo humano misterios por descubrir, ¿qué nos queda por descubrir dentro de nosotros mismos? Son muchos los que creen en un alma divina, en un dios salvador, etc. Si planteamos que dios es la verdad, entonces la fe de la razón a desbancado a dios, claro hemos desbancado a un dios del medioevo, a un dios o dioses que la propia humanidad creo, en base a sus etapas y estados de cognición y conciencia. Pero si dios y la verdad son sinónimos o son semejantes entonces nos queda mucho por descubrir y dar de pleno en la verdad.


Sobre la fe de la razón, tenemos la fe contemporánea, una fe integral, una fe que descarta las creencias y dogmas, basándose en una fe experimental. Tal fe, no solo se involucra en el mundo exterior, sino que se determina en descubrir plenamente nuestra realidad interior, conjugando ambas realidades la externa y la interna. En las siguientes palabras vemos la base de nuestro pensamiento moderno y post-moderno:

«Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado»

Friedrich Nietzsche

Hegel, Carlos Marx, y otros filósofos modernos desterraron la idea de dios, claro de un dios antropomórfico, de un dios separado de lo humano; sin dios, dejamos que los humanos decidamos que hacer con nuestras vidas, cuestión que siempre ha sido así, en verdad la responsabilidad de nuestras vidas solo recae en cada uno de nosotros.

La mística actual está alejada de la mística de antaño, lo que hemos descubierto e investigado en nuestra historia moderna rompe y desmitifica todas las creencias religiosas, aunque hemos de decir que pocos han abordado el estudio de las religiones desde una perspectiva psicológica, como lo hizo C.G. Jung y otros investigadores que asumían que nuestras religiones eran fruto de nuestra psiquis y nuestro imaginario. Las religiones si o si son la base de nuestra estructura cultural.

Hoy contemplamos el mundo y la vida desde el uso de la razón, sin embargo, aún no hemos alcanzado nuestra plenitud, seguimos desconociendo ¿cuál es el origen de nuestra conciencia? erradicar lo sagrado, sus liturgias, sus dogmas, etc., nos puede ser útiles para ver nuestra realidad sin los velos religiosos, sin la moral conductista, sin los patrones socio-culturales, de algún modo, el quitarnos los velos que ocultan nuestras carencias, nos brindara la opción de vernos “tal cual somos”.


Si no hay dios ni intermediarios entre dios y los humanos que guie nuestros pasos, deberemos ser nosotros mismos los únicos y verdaderos responsables de nuestros actos y sus consecuencias, eso, es la verdad. Siendo nosotros los responsables directos, ¿cómo vamos a dar los pasos hacia una mejor vida? Una vida dedicada a lo convencional, sin abordar nuestra realidad es un fracaso, una pena, ya que la plenitud de nuestras vidas se vive con la intensidad de reconocer nuestro Ser en toda su dimensión.

No importa si somos ateos o creyentes, importa lo que cada cual conoce de sí mismo. ¿De que tenemos miedo ahora? Quizás antes teníamos miedo a los dioses, al infierno, etc. ahora tenemos miedo, a perder el trabajo, la familia, miedo al que dirán y los convencionalismos sociales, etc. Si descartamos la idea de dios, quedamos solos, solos y como únicos responsables de lo que sucede en nuestra vida y en el mundo. Es por ello que considero que la meditación es el último refugio que nos queda para indagar e investigar sobre nosotros mismos.


La meditación es el vehículo útil, para reconocernos “tal cual somos”, la meditación exige responsabilidad intima, cuando se cierran los ojos para meditar, el único guía y portador de luz serás tú mismo. Todas las diferentes técnicas de meditación con sus diferentes etapas solo pretenden el encuentro con “uno mismo”, hasta poder reconocer plenamente ¿qué y quiénes somos? La meditación procura una estabilidad para nuestra mente y conciencia con el fin de hallar la plenitud. No existe mayor aventura que conocerse a sí mismo en plenitud; ni las escaladas, ni los deportes de alto riesgo, ni navegar por los siete mares, puede dar tanto sentido a nuestra vida como la aventura de conocerse a sí mismos.

La mística de hoy y de siempre, es la opción más directa de conciliar nuestra vida, la realidad percibida y la verdad. La mística, es un camino gnóstico, un camino que busca del modo más directo y sin intermediarios, la verdad de sí mismos. Siendo la meditación la vía que nos descubrirá las profundidades del Ser. Dejar nuestra mente tranquila y relajada, es construir nuestro velero transoceánico, escalar el pico del universo, explorar nuestro mundo infinito, ver la verdad con mayor lucidez, etc.

La mística contemporánea es una integración de todo lo que la humanidad ha vivido desde sus orígenes, es una integración donde todas las etapas y estados de conciencia adquiridos son inmanentes y trascendidos, es decir que todas las anteriores etapas y estados de conciencia forman parte de nuestro desarrollo, a la vez que se han ido trascendiendo con capacidades cognitivas que siempre buscaron la verdad. Con la meditación podremos ver toda nuestra realidad por sí mismos, sin intermediarios, ni guías; aunque es necesario un adiestramiento en las primeras etapas de meditación, el objetivo de la meditación es buscar nuestra propia luz, nuestra propia conciencia, y con ello descubrir nuestras capacidades innatas.

Muchas veces hemos comentado como nuestra conciencia es auto-luminosa, y como nuestra conciencia al reconocer sus orígenes, destella en inspiración y compasión, experiencia que es la dadora de fe, de una fe que descubre el conocimiento sobre sí mismos, descubriendo como pensamos, como creamos, como imaginamos, como sentimos, como nos emocionamos, etc. Finalmente recordamos que la fe en sí mismos, solo viene de uno mismo, y cuanto mejor conozcamos a nuestro sí mismos, más fe tendremos.

Rafael Pavía.                                 05/01/2020.



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