El camino, el principio y el final.

El camino, el principio y el final.

Buscar un camino para nuestro desarrollo personal o espiritual, más allá de lo profesional y social, se vuelve a veces un verdadero galimatías. Buscando el camino, se entra en verdaderos laberintos, muchas veces tortuosos y finalmente confusos. Existiendo abundante literatura sobre los caminos de la meditación, encontramos que los más interesante de este camino, es su final. Entonces nos encontramos con dos opciones, una vía progresiva, paulatina, gradual, y otra vía súbita, espontanea, libre.


En la vía progresiva el principio y el final, se encuentran lejanos sino inalcanzable, siendo una vía lenta y cómoda, es precisamente su lentitud y comodidad lo que viene a ocasionar el sufrimiento espiritual, pues parece que la meta nuca llega. A parte se tienen que pasar por un sin fin de obstáculos lastrados de nuestro pasado y arraigados en nuestro presente. Redefinir nuestra vida, según vamos comprendiendo que hay más allá de los cielos e infiernos, según comprendemos la naturaleza propia de la mente, diferenciar, deseos, ilusiones, voluntad, determinación, conciencia, etc. es una vía lenta y progresiva y a veces necesaria. Hay vías progresivas más rápidas, que permiten en una sola existencia liberar nuestra conciencia de su oscuridad, estas vías rápidas utilizan técnicas energéticas con gran potencia, como es el caso del yoga-Kundalini, tantra-yoga, agni-yoga. Las viejas almas tienden hacia vías rápidas, dando más que pasos, largas zancadas. Y dependiendo de la capacidad de cada cual su progreso será más rápido o eficaz.


La vía súbita, es una elección de viejas almas experimentadas, que ya han recorrido diferentes veces el camino del principio al final, de modo que saben que lo interesante esta al final del camino, entonces, en su elección experimentada pasan al final donde se encuentra la conciencia iluminada, reconociendo tal iluminación “tal cual es”, pasando a unir base (comienzo), camino (trayecto) y fruto (resultado). Tal unión entre el principio y el final, resulta inexplicable para muchos que se encuentran en vías progresivas o lentas, en las vías progresistas ponen un camino recto y lineal desde el principio al final separando en distancia las dos etapas del principio y el final, en el camino súbito el camino es circular, donde empieza el camino termina el camino y viceversa. En el camino súbito la “gracia” o “don” de la conciencia está en unir el principio (base) con el final (fruto), haciendo del trayecto un “presente sin principio ni final”, sino ambas a la vez fruto y base o principio se unifican súbitamente.


La conciencia original unida con la mente original se percata de que la mente cotidiana y la mente profunda son y surgen de la misma naturaleza, y que son espontáneamente lucidas. Así, en la vía súbita evitamos laberintos confusos sobre el camino o sobre las diversas escuelas de desarrollo personal o espirituales, o religiones, etc. Nuestra mente cotidiana tiene un montón de obstáculos, interrogantes, preguntas, incertidumbres, dudas, etc. sobre uno mismo y sobre la esencia de la vida. Mientras que la mente original permanece siempre lucida, vacía, diáfana, libre de condicionamientos, limitaciones, prejuicios, etc. Entonces al unir principio y final, base y fruto, convertimos el diario vivir en una experiencia siempre nueva, abierta, con numerosas perspectivas y en un camino que aprendemos caminando.

Mientras que en un camino progresivo las dificultades y obstáculos limitan y ralentizan nuestro camino, cuando no, entramos en laberintos que nos extravían; mientras que en el camino súbito los conflictos y dificultades dejan de ser lo que son, ante la mirada de una mente profunda y original, que, uniendo principio y final, no tiene medida de tiempo cronométrico, manteniendo un estado espontáneo del presente totalmente abierto. Tal disposición de la mente original está siempre presente, como lo está siempre el silencio, en realidad, en cualquier lugar y momento podemos conectar con el silencio, me refiero al silencio interior, el silencio, no es algo que se construye o se crea, esta ahí siempre presente, basta poner atención a “sí mismos”, con una mente relajada. El silencio y la mente original conectan sin dificultad, porque el silencio es diáfano y puro como la mente original, ahora bien, el silencio no interrumpe los sonidos, ni los ruidos, más bien los deja fluir sin obstáculos, ya que el silencio es diáfano y deja fluir todo movimiento y sonido, de modo que el silencio es perfectamente compatible con la mente ordinaria. El hecho de que el silencio y la mente original sean diáfanos, sin obstáculos o totalmente abiertos, permite incluir a la mente ordinaria con todo su ruido y chirridos, pero eso sí, los ve y escucha con un margen tan abierto que va desde el principio al final.


En realidad, la mente profunda u original y la mente cotidiana u ordinaria, gozan y surgen de la misma naturaleza y no se encuentran divididas o separadas, aunque es cierto que la mente original sintoniza mejor con la calma y el silencio, pero cuando conseguimos dicha calma y silencio la mente que más se beneficia es la mente cotidiana, porque en realidad ambas son una misma mente.

El camino o vía súbita es tan original como nuestra mente primordial, tan abierta como el mismo espacio ¿qué medida le ponemos al espacio? ¿qué medida le ponemos a nuestra mente? Es preferible tener una mente abierta que cerrada, la mente abierta a su propio espacio cuyos límites solo los ponemos nosotros mismos, puede tener un sin fin de perspectivas, visiones, opciones, y sobre todo naturalidad, porque al estar abiertos dejamos atrás nuestros prejuicios permitiendo que desde una visión natural, veamos las cosas tal “cual son”, con ello disolvemos muchos de nuestros problemas y agobios, ya que al ver la situación “tal cual es” de un modo natural, sin prejuicios, el factor problema, agobio, etc. se disuelve por sí mismo, ya que no hay prejuicio sobre el bien o el mal, por lo ganado o perdido, por el prestigio o desprestigio, etc.

La vía súbita que en algunas tradiciones se practica, como es en la cábala intuitiva, el advaita-vedanta, el budismo chan y zen, en las enseñanzas budistas del mahamudra, y del dzogchen del viejo Tíbet. La base para la vía súbita es la meditación contemplativa y calmar la mente, adaptarnos al silencio y la serenidad. En estas enseñanzas practican una vía progresiva mientras el candidato aun no es apto para abrir su mente y comprender la naturaleza de la mente original. Sin embargo, en el dzogchen empiezan sus enseñanzas de modo directo, o de arriba hacia abajo, empiezan por el final, conectando con el principio, uniendo base, camino y fruto, al empezar desde arriba sus enseñanzas, van bajando según ven que el candidato no capta las enseñanzas ultimas.


La vía súbita, es la más encilla y natural de las enseñanzas, en esta vía no existen laberintos complicados, ni teorías brillantes, ni dogmas, ni especulaciones, etc. La dificultad de comprender estas enseñanzas es precisamente su sencillez y simplicidad. Un ejemplo sencillo, es cuando nos referimos al asunto de vivir el presente, para muchos es un verdadero galimatías, casi una imposibilidad lo de vivir el presente; cuando en realidad vivir el presente es lo natural, es en realidad lo que hacemos, lo queramos o no; pero parece que nuestra conciencia no puede encontrar ese presente, que es en realidad lo único que es y existe. Cambia totalmente la visión cuando nos abrimos a la vía súbita y descubrimos la mente original, donde unimos principio y final, entonces no hay medida de tiempo más que el presente incondicional. Al unir principio y final no existe un trayecto temporal; pasado y futuro, el principio y el final, se reúnen en un “aquí y ahora”, en un presente. Solo resulta sencillo cuando se aplica.

Dios jano bifronte, uniendo pasado y futuro, juventud y vejez.

La cuestión es que nuestra propia complejidad emocional e intelectual, es la que forma el laberinto que nos pierde, ante lo natural, simple, directo, y que nos puede introducir en esa vía súbita, donde se aprende caminando. Unos necesitan de un camino progresivo, aunque vean inalcanzable el final, otros se apoyan en una vía progresiva mientras esperan que les advenga la luz, otros prefieren inteligentemente adaptarse a la luz de la conciencia, que esperar a que la luz o sabiduría se adapte a uno.

Atentamente:

Rafael Pavía.                                           19/01/2020.

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