El camino de la mente original

El camino de la mente original.

Si buscar a dios es lo semejante a buscar la verdad, deberíamos buscar a dios con todas nuestras fuerzas; si dios es un impedimento para encontrar la verdad, deberíamos de eliminarlo. Si existe una batalla entre la idea de dios y la verdad, entonces deberíamos de dejar tal batalla, porque dios no es más que una idea o creencia más dentro de nuestra mente, si dios, está en nuestra mente ¿cómo es dios? Si dios está sobre o por encima de nuestra mente ¿qué es? Si dios no está dentro sino fuera de nosotros ¿cómo lo podemos conocer? Se hace imprescindible hoy en día tener una clara idea sobre lo que es la mente. ¿Ha sido nuestra mente creada por dios? ¿Entonces dios es mente? Si dios nos creó a semejanza suya, entonces dios es semejante a nuestra mente, o ¿ha sido nuestra mente la que ha creado toda la diversidad de dioses del imaginario humano?


La verdad siempre está presente y cada cual puede encontrarla en su medida, solemos ver solo partes de la verdad, ya que la verdad absoluta también incluye las verdades relativas de cada cual. Asomar la mente hacia la verdad absoluta, depende de nuestra apertura, tener una mente totalmente abierta, significa tener una mente diáfana, sin condicionamientos, sin estructuras elaboradas, sin el lastre del pasado, sin preconceptos, sin objetivos ni deseos, esto nos lleva a tener una mente pura, incontaminada. 


Una mente pura y transparente, ¿cómo podríamos calificar una mente pura, sin mancha? Una mente pura, puede ser la mente de un santo, de una divinidad o de un gurú, pero tal mente vacía de impurezas, también debe de convivir con el mundo de las formas, con el mundo sensual, el de los sentidos, y también debe de comprender el mundo de las formas psíquicas que se originan en el estado de vigilia y en el del sueño.


Una mente pura y limpia, incontaminada vacía de preconceptos es totalmente abierta, por ello es una mente “todo-incluyente”, pues no se cierra a nada, no tiene juicios ni condenas, ni mal ni bien, ni condicionamientos sociales, ni preconceptos de lo que es la libertad, la justicia, el karma, lo moral, lo justo o injusto. Una mente como la que estamos describiendo, no se puede crear, no se puede elaborar, ni construir, ni crear, pues ¿quien y como puede construir semejante mente? Sin embargo, tal mente existe, es real, autentica. En realidad, es nuestra mente en su estado original.

Descubrir nuestra mente en su estado original es la meta de todo sabio meditador, cuando se descubre la mente original, más allá de la mente ordinario o cotidiana, podremos descubrir como actúa la mente original en el diario vivir. Tal hallazgo, supone que podremos interactuar con nuestra mente original en nuestro diario vivir, lo que significa que podremos mantener una actitud despierta e iluminada durante nuestro común vivir. Pues podremos mantener activa la mente abierta, la mente incontaminada, sin prejuicios, etc. durante cualquier momento de día. Así la mente pura, comparte el vivir con el mundo de las formas, sin que exista diferencia entre lo ordinario y lo virtuoso. 


Lo realmente virtuoso o puro, no se puede construir, ni crear, pues en base a que material podemos configurar pureza, ¿cómo construimos algo puro de lo impuro? ¿cómo limpiamos lo impuro? En realidad, es nuestra propia mente la que conceptualiza la pureza y le da determinados valores a los grados o niveles de pureza, y todo este constructo ideológico o teórico de la pureza, es algo que contamina el espacio vacío e incontaminado, donde no existen prejuicios, ni preconceptos, ni siquiera existe el bien y el mal. Lo puro, lo incontaminado, se descubre en la mente diáfana, silenciosa, clara, despejada, allí o ahí se encuentra la pureza innata, increada, que ya es, la verdadera pureza es no nacida, es atemporal e incondicional, ya es.

La mente en su estado original, siempre es abierta, receptiva, creativa, inspiradora, a ella, se llega con ayuda de la meditación, la contemplación y el silencio. Qué bueno es aprender a meditar y poder encontrar la mente en su estado original, donde todo es una apertura, donde los condicionamientos personales se diluyen en la “plenitud del océano de la vida libre en su movimiento”. Donde encontramos en su apertura una diversidad de perspectivas inmensa que nos permite enfrentar cualquier problema, agobio, crisis personal, etc.

La mente original no tiene obstáculos, es incontaminada, por tanto, totalmente abierta, atenta, sin distracciones, comprendiendo lo importante de cada instante. Estando la mente original vacía, pura e incontaminada ¿cómo puede enfrentar un problema existencial o cotidiano? Al reconocer la naturaleza original de la mente, descubrimos que la propia mente cotidiana es y forma parte de la mente original, pues surgió de allí misma. Y en la medida que se comprende y trabaja con la mente original mejor descubrimos como las dos mentes la ordinaria y la original, poseen la misma naturaleza. Lo que significa que todo se crea en la mente y todo se disuelve en la mente, cuestión esta de la creación y la disolución producida en la mente se puede comprobar en la etapa media del camino de la meditación.


Al comprender que nuestra mente puede crear y disolver porque su naturaleza es como el espacio, que lo contiene y lo envuelve todo, y donde todo se crea y se disuelve, así nuestra mente es nuestro espacio, y en su naturaleza vacía cabe todo y lo incluye todo, por ello, la mente original, nos puede descubrir la esencia tanto del problema como de la solución. Vivir integrados en nuestra mente original, es como haber estado viviendo en un túnel con una sola mira y ver que al final del túnel hay todo un espacio abierto.

El Dalai Lama dice sobre Riga  que en tibetano significa el estado primordial de nuestra conciencia y mente:

“Al mismo tiempo, la propia esencia de este Rigpa, espontáneamente presente, se considera eternamamte vacua y primordialmente pura – pureza total por naturaleza – así que se trata de la unión de la pureza primordial y la presencia espontánea”.

La particularidad del Rigpa o conciencia original que es coexiste con nuestra mente, es su espacio sereno, tranquilo, silencioso, atento, y lúcido, que nos permite sentir el presente incondicional donde ni las formas de auto-imagen, ni las imágenes de los otros limitan nuestras perspectivas o nuevas formas de ver, sin condicionamientos, ni limitaciones, ello nos permite comprender la realidad que nos envuelve, dando la mente original el acertado punto esencial a todo lo que nos envuelve.

Los aprendices en estas lides, reciben las impresiones de las circunstancias vividas como si se grabaran sobre una roca en nuestra mente, difícilmente se libra de las impresiones y las marcas dejadas en nuestra mente, mientras que un adepto que ya tiene una mediana practica recibe las impresiones en su mente como si fuera papel, de tal modo que cuando lo dispone se deshace de las impresiones como se puede deshacer de un papel, mientras que los ya experimentados en la naturaleza de la mente original, reciben las impresiones a semejanza de cuando se escribe sobre el agua, donde al instante no queda rastro de lo escrito, tan solo unas pequeñas ondas.


Al trabajar con la esencia natural de la mente convertimos nuestra vida en una meditación contemplativa no-dual pasiva y activa. Es decir, seremos capaces de vivir esta vida pasajera con un sentido de profundidad y claridad plenos. Todo radica en nuestra mente, si es así, tenemos que examinar toda la naturaleza de la mente desde su superficie, hasta su fondo, descubriremos con ello que todas las teorías sobre la mente con sus conceptos, estructuras, cartografía, planos, realizados sobre la mente, surgen de la propia mente, siendo la propia mente la que confirma, niega, duda, dogmatiza, se cree o no se cree lo que ella misma ha creado. 

Tenemos la mente activa y la mente pasiva, la activa produce y crea nuestro concepto y modelo de vida, en tal modelo de vida tenemos todas las estructuras sociales, políticas, religiosas, que hemos creado con sus innumerables problemas y agobios; en la parte pasiva de la mente encontramos la paz, el sosiego, la claridad, la atención, y con la lucidez de que todo lo compuesto se descompone, que todo lo creado es destruido, que todo lo que nace muere, ya que la propia mente crea y disuelve.

La mente original no se crea, no nace, es increada, su naturaleza es atemporal, este punto le puede sonar a la mente cotidiana, a demasiado abstracto o irreal, pero tal naturaleza atemporal se experimenta en una conciencia plena del presente, un presente nuevo, no condicionado por el pasado, ni por el futuro. En cualquier momento de nuestras vidas podemos experimentar el presente incondicional, y como bien saben los que experimental tal presente, en realidad no podemos escaparnos del actual presente.

El hecho de que la mente original es increada, nos permite comprender que no hay necesidad de crear una mente pura, ni nueva, ni brillante, ni excelente, o santa y virtuosa; todas estas cuestiones ya las tiene la mente y al mismo tiempo que las tiene las puede disolver. Al no tener que crear y no construir nada el camino que ofrece descubrir nuestra mente original, es un camino sin esfuerzo, nos dice el Dalai Lama en su libro “Dzogchen el camino de la Gran Perfección”:

“En el Dzogchen la totalidad del camino se basa en Rigpa: primero es directamente presentado, y después se pone en práctica. Así, este es conocido como el “yana sin esfuerzo”.



Atentamente:

Rafael Pavía.                             16/01/2020.



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