Conectar con la naturaleza

Conectar con la naturaleza

Conectar con la Madre Naturaleza es conectar con una fuente inagotable de inspiración, lo primero que uno hace cuando sube a una montaña, entra en un bosque o se pone frente al mar es inhalar profundamente, en tal inhalación llenamos nuestros pulmones con aire fresco y limpio, cargándonos de vitalidad y regocijándonos con ello al conectar con la naturaleza. Lamentablemente en estos tiempos nos hemos desconectado mucho de la madre tierra, y lo que es peor, ahora se nos viene encima el cambio climático y sus graves consecuencias que ya todos conocemos.


En diversas ocasiones hemos comentado que nuestra conciencia ecológica ha perdido su verdadera esencia, y ahora, esta conciencia la tenemos traspapelada entre la burocracia política y gubernamental. Aunque es cierto que se intenta hacer un esfuerzo por reencontrar tal conciencia ecológica. Tuvimos la fortuna mientras residimos en Argentina y Chile de conocer y convivir con el “Lonco-lonco” (jefe de jefes) de los mapuches (mapu-tierra, ches-hombres) Lorenzo Pincen, y con ello conocer su cultura. Es costumbre suya, levantarse antes del amanecer e ir al rio a limpiarse, para luego hacer un saludo al sol. Ellos aún mantienen su conexión con la naturaleza, de tal modo que se sienten hermanados con ella, se sienten unidos a su tierra con un sentido consanguíneo, es decir se sienten parte de sus tierras y la naturaleza. Esa conciencia consanguínea es la que ha perdido la civilización occidental, por lo que nuestra conciencia ecología no se da desde una unidad sentida, sino, más bien desde una cómoda e interesada posición que no se desmarca de seguir explotando los recursos naturales.

Lorenzo Pincen 

Reconectar con la naturaleza más allá de nuestro confort, nos llevaría hacia atrás, hacia nuestros ancestros pues en nuestra memoria aun palpita el sentir de unidad con la naturaleza; también es necesario recuperar la sensibilidad, el psiquismo e incluso la magia que el misterio de la naturaleza nos ofrece. Si cuando vamos al bosque, a la montaña, o a los espacios abiertos de la naturaleza, etc. solo reconocemos la madera de los árboles, las piedras o minerales y los animales como una riqueza de biodiversidad, me pregunto ¿qué sentido le damos a la riqueza? ¿Aplicamos la riqueza como un recurso del que debemos apropiarnos o la intención es conservarlo para más adelante sacar provecho? El concepto de propiedad, provecho o riqueza respecto a la naturaleza nos tiene enemistados con la Madre Tierra.

Conectar con la naturaleza demanda sensibilidad, recuperar el psiquismo sutil que nos permita reconocer el ánima de los bosques, las montañas, valles y lagos, etc., y también de los animales. Nuestros antepasados, antes de que la conciencia o estado racional surgiera de modo colectivo en la humanidad, hecho que se dio entre el renacimiento y la ilustración, tuvieron estados de conciencia que Jean Gebser (llamado el cartógrafo de la conciencia) denomino: mítico, mágico y arcaico. Tales estados de conciencia que precedieron a una conciencia racional, los tenemos incluidos en nuestra propia estructura psicológica. Por lo que la parte arcaica, mágica y mítica aun laten en nuestro interior.


Todas las divinidades de los antiguos romanos, griegos, egipcios, hindúes, aztecas, mayas, incas, etc. son arquetipos psicológicos que yacen en nuestro inconsciente colectivo, que se surgieron en la época mítica en relación a los hechos o fenómenos de la naturaleza, anteriormente en la época o estado mágico la conexión con la naturaleza era aún mayor, y en la época arcaica podemos decir que la humanidad y la naturaleza eran indivisos y la conexión con la naturaleza era primaria e instintiva.

La conciencia mítica y mágica tiene su vínculo con nuestro estado onírico, con nuestros sueños, como bien dice C.G. Jung siguen surgiendo en nuestros sueños aquellos seres divinos que representaban las potencias de la naturaleza. Y conocemos hoy en día gracias a las investigaciones de los antropólogos que los chamanes (machis entre los mapuches) son guiados por sus sueños y así guiaban a sus tribus. Así que, aún conservamos en nosotros el potencial ancestral del recorrido de nuestra conciencia sobre nuestra Madre Tierra.

Aunque hemos relegado de nuestros sueños y psiquismo frente a una razón intelectual fría y calculadora, el psiquismo o la parte sensible de la naturaleza, su anima, sigue ahí, sigue la naturaleza con toda su potencia y vida vigente. Tuve la fortuna de conocer un chamán o sacerdote inca y he podido ver como en Sur América la magia persiste, y como sus gentes aun hablan de los dioses de la naturaleza. Aunque nuestra fría y calculadora razón no lo entienda o no lo acepte, los elementales de la naturaleza perviven.


Se sabe por la tradición que los cuatro reinos de la naturaleza la tierra, el agua, el aire y el fuego son animados por sus elementales, los gnomos de la tierra, las ondinas y nereidas del agua, los silfos y sílfides del aire, las salamandras del fuego y que dichos elementales tienen sus regentes, su jerarquía o dioses que les guían. Las hadas y duendes y demás seres supra-naturales siguen animando los bosques, montañas, ríos, etc. Conectar pues con la naturaleza requiere recuperar nuestra sensibilidad, retornar a nuestro psiquismo sutil, llegar a sentir la unidad y hermandad, y si es posible volver a sentirnos consanguíneos con la naturaleza.

Autores que nos han informado sobre la naturaleza elemental son muchos, sobre todo los antiguos y sabios médicos como Paracelso (Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim) y más recientes: Franz Hartmann, Charles Webster Leadbeater, Rudolf Steiner, Mario Raimundo Antonio Roso de Luna, Samael​ Aun Weor, etc. todos estos autores han sido teósofos o rosacruces por lo que sus escritos incorporan sus experiencias basadas en su psiquismo sutil o como ellos dicen clarividencia.

La naturaleza siempre nos espera con sus brazos abiertos y adoptar una actitud contemplativa nos ayudara a sentirnos más cerca de ella. Los elementales de naturaleza reconocen a quienes sienten amor por ellos, también sucede con los animales y su lenguaje o modo de comunicarse, funciona como un eco, como una resonancia intima donde se siente la consonancia y se percibe la compañía y la armonía como caricias entre almas.


También podemos decir que los elementales huyen de los humanos pues reconocen su malicia y el daño que les provocan, por lo que hay que ser pacientes y serenos en nuestro encuentro con ellos. A la vez los elementales cuando confían en nosotros, tienden a imitarnos, pues nos ven como seres superiores, pero no son tontos y se cuidan mucho de que les dañemos. En mis indagaciones sobre la materia he conocido investigadores que en sus tesis nos dicen que los elementales llegan a imitar nuestra forma de vestir y hacer las cosas, aunque sus tiempos se mueven más lentamente que el nuestro por lo que visten a la antigua usanza; un investigador alemán comentaba como veía a los gnomos que vivían cerca de zonas industriales vestir con “monos de trabajo”. La verdad, es que somos los humanos quienes tendríamos que regir sobre la naturaleza sabiéndola amar y respetar.

En mi experiencia particular, cuando he entrado en algún paraje de la naturaleza siempre pido íntimamente permiso a sus habitantes, a sus regentes, elementales, plantas y animales. Y conociendo los ritos mágicos he procedido con ellos obteniendo una respuesta más que sorprendente; aquella experiencia en la cordillera de los Andes, donde la naturaleza tiene una vida pujante y de enorme fuerza, los elementales se avivaron y jugaron con nosotros, todo el grupo que estábamos acampados allí pudimos ver como la naturaleza se transformó y su energía y potencia se mostró, los colores, los aromas se intensificaron, mientras los silfos del aire corrían en círculo a nuestro alrededor y el fuego de la hoguera parecía querer hablar levantándose con entusiasmo.


Tales vivencias con la naturaleza cambian totalmente nuestra concepción del mundo. Y tener estas experiencias requieren una previa conciencia de la magia y el psiquismo que anima la vida de nuestra Madre Tierra. Si de algún lugar podemos aprender a amar, ese lugar, es nuestra misma Madre Tierra.

Atentamente:

Rafael Pavía.                  2/12/2019.


Anexo extraído de Quantec:

El entendimiento de que las plantas pueden comunicarse entre sí y con nosotros, de que tienen sentimientos y algo similar a una memoria se lo debemos en gran medida a Cleve Backster. Lo que los pueblos naturales y los chamanes siempre han sabido (y por lo que en la actualidad todavía hay personas que se ríen de ellos) se ha convertido en parte de nuestro mundo "civilizado" gracias a los resultados de las investigaciones de Backster.

En un principio, su vida no daba la impresión de que su dedicación a las plantas se convirtiera en el punto central de sus investigaciones. Clave Backster había fundado a principios de los años 50 una escuela de poligrafía (detector de mentiras) integrada en el servicio de inteligencia americano, la CIA, cuyos agentes y colaboradores asistían a sus clases. Posteriormente, Backster dio clases en una escuela propia a policías y agentes de seguridad del extranjero y siguió desarrollando técnicamente más detectores de mentiras. No es justamente el entorno esotérico que podría suponerse como caldo de cultivo de un hombre que posteriormente sería descrito como "padre de la comunicación vegetal".

¿Cómo ocurrió todo Dagny e Imre Kerner, una pareja de periodistas húngaros, le visitaron en su laboratorio de los EE.UU. para entrevistarle. Su historia la escribieron en un libro llamado "La llamada de la rosa":

"Había estado desarrollando un nuevo procedimiento poligráfico para los militares estadounidenses cuando, en la madrugada del 2 de febrero de 1966, miró su planta Drago de Canarias que tenía en el despacho y le vino la idea de conectar esta planta a su aparato para ver cuánto rato tardaba el agua en llegar a las hojas cuando la regaba. Las hojas del Draco son grandes y lo bastante fuertes como para los electrodos no las dañen en seguida. Esperaba que el instrumento de registro del polígrafo registrara una curva que reprodujera una pequeña resistencia eléctrica debido a la mejor conductibilidad cuando la planta estaba abastecida de agua. Sorprendido, se dio cuenta de que el Draco mostraba una reacción completamente diferente: en el instrumento de registro apareció exactamente la curva típica que conocía de los muchos interrogatorios, cuando las personas se excitaban positivamente. ¿Tenía sentimientos la planta ¿Le mostraba que se alegraba de recibir agua fresca ¿Cómo podía comprobarse que un Draco tenía sentimientos reales

Backster reflexionó y pensó que las personas mostraban las reacciones más fuertes cuando se sienten amenazados. Por tanto, debía amenazar a la planta. Entonces pensó en quemar la hoja. En el momento en el que p·e·n·s·ó que quería quemar la hoja que tenía conectados los electrodos, la planta reaccionó con potencia y el instrumento de registro se movió registrando una curva muy dramática. Todo estaba quieto en la casa, eran las tres de la madrugada, no se había movido y no había tocado la planta, sólo había pensado en quemarla. ¿Era posible que la planta se sintiera amenazada debido a sus pensamientos ¿Podía la planta apreciar sus pensamientos Fue a otra habitación para buscar cerillas. Cuando volvió, el instrumento de registro había registrado otra curva de miedo, aparentemente en el momento en el que había decidido hacer realidad su pensamiento. Tomó la cerilla y acercó la llama sin intención de quemar la planta. El instrumento de registro volvió a mostrar una curva, aunque mucho más débil. A Backster le gustaban las plantas y realmente no quería "hacer daño" a su Draco. Más tarde, cuando sólo simuló que quería quemar la hoja, la planta ya no reaccionó. ¿Podía la planta diferenciar realmente entre una amenaza real como al inicio del experimento, cuando le había venido a la cabeza la idea de chamuscar la hoja, y una amenaza ficticia como ahora, cuando sólo aparentaba chamuscar la planta Backster trabajó toda la noche realizando nuevos experimentos con su Draco. Cuando su socio regresó a la oficina a la mañana siguiente, los papeles con los registros del polígrafo estaban colgados por toda la pared. "¿A quién has interrogado durante toda la noche" preguntó. "A éste", contestó Backster señalando su Draco. "Estás loco, ¿una planta" ".

Cleve Backster perdió poco a poco la base de su existencia después de este 2 de febrero de 1966. Sus experimentos con plantas y sus primeras publicaciones respecto a este tema le habían puesto en una situación muy comprometida ante los ojos de los departamentos estatales correspondientes, puesto que era director de una escuela de poligrafía que principalmente formaba agentes, policías y guardias de seguridad de todo el mundo y, en consecuencia, cada vez tenía menos alumnos.

Uno no puede comunicarse con las plantas y, al mismo tiempo, formar agentes de la CIA. A los ojos de estas personas, Backster se había vuelto loco. Sin embargo, la obsesión que se apoderó de él respecto a este tema, que incluso llegó a costarle su existencia, demuestra su interés real, sus intenciones nobles y el convencimiento de que estaba siguiendo el rastro de algo que existía realmente y cuya existencia podía demostrar. Y de que no se trataba de una locura, como afirmaban sus críticos o, mejor dicho, los que se reían de él.

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