Conexión con uno mismo.

Conexión con uno mismo.

Sucede, que muchas veces uno se puede sentir desconectado consigo mismo, pues la vida con todos sus problemas, preocupaciones, obligaciones, etc. no nos dejan tiempo para uno mismo, es como si la vida nos absorbiera y en vez de vivir la vida, la existencia toma nuestra vida sintiéndonos vampirizados. Por ello, necesitamos procurar un tiempo propio para sí mismo; si dejamos de conectar con nosotros mismos, de algún modo el rumbo de la vida nos arrastra como un rio de aguas embravecidas, sin poder tener control de nuestro margen de destino.


Conectar o reconectar con uno mismo se da en principio paso a paso, en la medida que vamos comprendiendo nuestros deseos, emociones, pensamientos, etc. cada vez que comprendemos algún aspecto de nuestro interior, vamos encontrando una mejor conexión, vamos clarificando nuestras vidas. Esta tarea de ejercitarse en la comprensión de nuestros sentimientos, deseos, pensamientos, etc. en principio, puede resultar un tanto agobiante, pues vemos contradicciones en nosotros mismos, una cosa es lo que deseamos, otra es lo pensamos y otra lo que sentimos, por ejemplo, queremos iniciar una aventura que surge de nuestro deseo, pero pensamos que es demasiado riesgo y nuestras emociones se balancean entre lo que deseamos y lo que pensamos. La tarea, de desenredar las contradicciones consistirá en ver la necesidad, el origen y causa de nuestros deseos, así como los condicionamientos emocionales y de nuestros pensamientos, ver nuestros miedos, las barreras morales, las limitaciones auto-impuestas, etc.

Cuando hablamos de conectar consigo mismo, muchas veces es porque nos sentimos un tanto, perdidos. Conectar con nuestra realidad, más allá, del mundo de las apariencias en que vivimos, se convierte en una necesidad, sobre todo cuando encontramos carencias en nosotros mismos, notamos como si algo nos faltara, sintiendo que nuestra vida pierde sentido. Podemos encontrarnos entonces por un lado que la vida nos absorbe y que no la podemos disfrutar y por otro lado descubrimos carencias, en el caso de falta de tiempo para uno mismo, simplemente hay que buscar nuestro espacio y tiempo, en el caso de las carencias necesitaremos indagar, buscar nuestras necesidades íntimas.

Como alguna vez he comentado lo más bello y sorprendente de nosotros mismos, es lo que nos queda por descubrir. Y descubrir nuestras carencias o necesidades requiere introspección, reflexión, discernimiento y decisión. En nuestra atareada y complicada vida hemos dejado muchos aspectos generalmente negativos en nuestro cuarto trastero, es decir en el inconsciente, y a veces nuestro cuarto trastero se encuentra abarrotado de modo que los trastos empiezan a salir empezando por los sueños, por ejemplo podemos soñar que nos vemos arrastrados por la fuerte corriente de un rio, lo que significa que la existencia nos lleva por derroteros que no son de nuestro agrado, podemos soñar que nos vemos por la ciudad o pueblo donde vivimos, pero nos sentimos perdidos, no acabamos de acertar o saber por dónde ir o a dónde vamos, lo que significa que andamos perdidos, desorientados en nuestro diario vivir. O nos vemos en un barrio de gente de mal vivir, que nos indica que nuestros deseos, emociones y pensamientos propios no están siendo buenas compañías, por su negatividad. Un sueño bastante común cuando nuestro inconsciente está saturado es vernos perseguidos, con frecuencia el inconsciente se representa como un torro que nos persigue, aunque puede ser cualquier otra representación que nos hace sentir miedo y temor.

laberinto y minotauro.

Nuestro inconsciente necesita ir despejándose, tanto como nuestra conciencia de sí mismos. Esta tarea, requiere calma y serenidad, si nos habituamos a meditar y reflexionar un poco cada día, iremos notando como nos despejamos y vamos descubriendo tanto las carencias, como los trastos que en realidad ya no nos son útiles, pero precisamente por su inutilidad es un absurdo tenerlos guardados o almacenados en nuestra sombra o inconsciente.


La introversión reflexiva, debe ser fácil, calmada, tranquila, solo requiere que nuestra conciencia encuentre un lugar y un tiempo, donde vernos tal cual somos; este es un ejercicio intimo donde no debemos censurarnos, sino conocernos más a fondo. En este mundo de apariencias en que vivimos, donde cada cual lleva su máscara de presentación, creamos un mundo de relaciones artificiales, pero en nuestra intimidad, no hay necesidad de censurar, ni de ponernos limites, restricciones, etc. En la reflexión intima se debe de gozar de libertad; en tal reflexión intima podemos ver todo aquello que pensamos, sentimos, deseamos, etc. sin obligación alguna de someternos a tales pensamientos, sentimientos y deseos, es decir, simplemente los observamos serenamente, libremente, sin condenarlos, ni justificarlos.


En tal observación serena y libre, dejaremos espacio a nuestra conciencia que poco a poco brillara por sí misma, permitiéndonos una mejor conexión consigo mismos. Cuando pretendemos psicoanalizarnos sin tener una mente despejada, nuestra propia confusión no nos permite claridad y nos perdemos en innumerables conflictos y enredos propios, solo haciendo un poco de claridad y serenidad interior nos podemos dar cuenta cabal, de que todos nuestros conflictos y enredos son nuestros, por tanto, ¿por qué dejarnos atormentar por algo que yo mismo he creado y sostengo? Cuando tomamos conciencia de ese aspecto, nos resulta mucho más fácil y simple, despejar nuestra mente.

En la medida que despejamos nuestra mente con serenidad y paz interior, vamos dejando mayor espacio a nuestra conciencia para que sus cualidades puedan ir luciéndose. Y ¿qué es la conciencia? la conciencia tiene su raíz en nuestra esencia, la esencia es lo propio, aquello que vino con nosotros cuando nacimos; la esencia es lo que realmente hace bello y encantador a un recién nacido, todos nos quedamos prendados ante su inocencia, pureza, simplicidad, y anonadados por la esencia de la pequeña criatura nos alegramos. Todos tenemos tal esencia, tal belleza que surge de su pureza incontaminada, reencontrar dicha esencia en nuestra madurez es accesible en un ejercicio de auto-conciencia.


La experiencia buena o mala que hemos vivido en el transcurso de nuestra existencia, la conciencia intima, la puede comprender desde la raíz de nuestra esencia, basta con que vayamos dejando tiempo y espacio a nuestra conciencia para que nos dé luz sobre sí mismos. Todo aquello que nos ha condicionada y nos condiciona, debe de ser visto desde un estado incondicional, he ahí, la esencia y la conciencia que, reencontrando sus orígenes, podrá actualizarse en el presente, aportando una perspectiva y una visión diferente extraída de lo esencial en nosotros.


Diferentes campos en la psicología, la filosofía, técnicas de auto-ayuda, terapias, técnicas de yoga, meditación, etc. nos indican como llegar a nuestro “yo”, self (si mismos), atman (yo soy), chesed (intimo) etc. la cuestión es encontrar nuestro verdadero “yo”, Ser, intimo, etc. Y muchas veces nos resulta de una tremenda complejidad todas estas diferentes técnicas o caminos para encontrar lo real en nosotros mismos. Mientras que la experiencia real de todos aquellos que han logrado su realización intima, que han descubierto su auténtico Ser, su verdadera realidad, han demostrado una simplicidad y una sencillez que asombra. Y tal sencillez, no es más que el reencuentro con su esencia, que les ha permitido sortear o salirse de la complejidad mental, resolviendo exitosamente la acumulación de buenas y malas experiencias de la vida.

La experiencia en la conexión de sí mismos, nos dice, que lo fundamental es reencontrar nuestra esencia, aquello que todos hemos traído a este mundo cuando nacimos. Y el modo más directo para reencontrarnos con la esencia, es una observación clara y diáfana sobre uno mismo; obteniendo la claridad del propio desapego o desasimiento mental, dejándonos de identificar con toda nuestra hiperactividad mental, dejando que los pensamientos, sentimientos, deseos pasen como las nubes del cielo, con paciencia, se irán despejando las nubes del mal entendimiento, para que empiecen a surgir claros espacios. Cuando surgen los claros espacios en nuestra mente, vemos que el espacio es ilimitado e incondicional, tal como nuestra esencia vino al mundo, siendo, que en el presente la conciencia hallando su raíz en medio de la claridad nos permitirá cada vez mejor comprender nuestra realidad, vernos tal como somos, sin artificios, ni opacas visiones auto-limitantes llenas de prejuicios y desacertadas valoraciones sobre sí mismos.


En definitiva, conectar con uno mismo, es conectar con nuestra esencia donde todos los valores humanos se encuentran en estado potencial, como si de una semilla se tratara, si reencontramos nuestra semilla, aunque sea entre un cenagal, podremos sacar los mejores frutos de sí mismos. Y de hecho, los mejores frutos salen de una tierra abonada con estiércol, pero el poder de la esencia y su luz que es la conciencia es capaz de sacar lo más auténtico de uno mismo, por ello, decimos que lo más hermoso, bello y extraordinario que tenemos dentro de sí mismos, es lo que nos queda por descubrir.

Atentamente:

Rafael Pavía.                                          22/11/ 2019.

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