Tus sueños, tu mente.

Tus sueños, tu mente.
Tus sueños son ligeros se mueven como el viento, a veces son como la suave y agradable brisa del mar, otros sueños son tempestuosos y nos pone a prueba, otros sueños son verdaderas tormentas que dejan el rastro de nuestros desasosiegos.

Los sueños reavivan nuestra alma nos hacen sentir vivos mientras dormimos, quien no sueña tiene el alma dormida.


En los sueños encontramos lo que nuestros ojos no ven y lo que nuestros oídos no saben escuchar. Los sueños, atienden silenciosos a las heridas del alma; todo nuestro mundo interior nos habla con imágenes y palabras venidas de un eco que resuena en nuestro inmenso espacio interior.

Nuestros sueños resucitan a nuestros dioses y demonios, resucitan a nuestra ancestral alma que vino a este mundo para encontrar su vida. Nuestros sueños y nuestra alma buscan con pasión el reencuentro de quienes fuimos, quienes somos, quien seremos.

Nuestros sueños nos dan la vida que aquí lapidamos, los sueños son un eco que resuena en el inmenso espacio de nuestra mente. Nuestra alma viaja como el viento por ese espacio invisible y oculto para los demás; su viaje es incierto, a veces alegre y lleno de color, en otros viajes nos sentimos perdidos, y en otros, preferiríamos no ser viajeros.


Lo que la existencia nos ofrece con sus penas y alegrías, llegada la noche se alteran y transforman; y suele ocurrir a veces, que las penas se vuelven alegrías y las alegrías en penas, busca con pasión nuestra alma su verdadera felicidad. Es inquieta nuestra alma, necesita ser libre, viajar sin ataduras ni miedos, nuestra alma, no vino al mundo para ser esclava, por eso sueña, por eso viaja hasta el mismísimo Hades para rescatar a su Eurídice.


Nuestros sueños y nuestra alma comparten su propio espacio íntimo con la esfera infinita del universo, allí en su infinitud es libre. Por ello los sueños no tienen limite, ni calabozos que la aprisionen, a menos, que nosotros mismos nos confinemos en nuestros tormentos.

Los sueños abren y cierran puertas, no cesan sus movimientos, cada sueño desemboca en otro sueño y nuestra alma gira como una peonza, entre el ir y venir de las sucesivas escenas oníricas, sin saber dónde está su centro, sin saber dónde está su sitio.

La mente es el espacio infinito por donde viaja nuestra alma, allí, los sueños aparecen y desaparecen, van y vienen. La mente deja que el tiempo transcurra lento o rápido no tiene inconveniente. La mente deja espacio para construir sueños sin cesar, lugares, recuerdos, inventos, fantasías, realidades, emociones vanas y emociones sublimes.


La mente no tiene propiedades, no se aferra ningún sueño, deja libre a nuestra alma para crear y construir sus designios. Y la mente imperturbable, sin medir los tiempos, deja que todo se componga y descomponga; mientras nuestra alma vive sus dramas y comedias hasta que finalmente descubre su verdadero hogar, el alma prosigue su existencia interrumpida por el dormir, donde los sueños le muestran sus ecos, sus resonancias para conducirla hacia su verdadero hogar.

La existencia y los sueños conducen al alma extraviada, hasta que descubre su morada, donde podrá descansar en paz con la infinitud. El alma es actor, actriz, director y guionista de su existir y sus sueños; en sus sueños sus guiones e historias son intemporales el ayer, el presente y el futuro se entremezclan pues su hogar no pertenece a un tiempo, ni a un lugar, ¿dónde mora nuestra alma? Nuestros sueños nos dicen que ni aquí ni allá, nuestros sueños nos cuentan sobre una morada intangible, siempre cambiante, la morada del alma es un diseño continuo donde construimos, destruimos y reconstruimos.


El alma siempre inquieta anhela residir en su verdadero hogar libre y en paz. Escucha tus ecos, observa tus resonancias, vivifica tu alma, descubre tu espacio interior, tus sueños te dicen lo que no escuchas, lo que aquí no vemos. Descubre tu mente, tu espacio ilimitado, donde el tiempo corre hacia delante y hacia atrás sin perturbar el presente. En el presente, se encuentra la presencia del alma, ahí se encuentra su hogar.

Cuando el alma descubre su hogar el cielo se abre de par en par, entonces el alma viaja libremente y feliz entre la paz insondable de su espacio, la morada de la mente que todo lo abarca, que todo lo incluye.

“Si tu alma no encuentra su morada, soñara plácidamente o tormentosamente hasta que descubra su genuino espacio”



Atentamente:

Rafael Pavía.                                                     12/10/2019.

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