Lo común entre ateos y creyentes

Lo común entre ateos y creyentes.

Ante dos visiones diametralmente opuestas entre los creyentes y los ateos, encontramos un punto en común, este punto, es su estado de conciencia dual. Para los creyentes su dogma religioso es su verdad, mientras que para los ateos su dogma se basa en la ciencia. El religioso combate todo aquello que la ciencia pueda quebrantar sus creencias, mientras que los ateos utilizan la ciencia para luchar contra los dogmas religiosos. Uno frente al otro, el ateo frente al creyente, aunque se respeten son incapaces de incluir sus respectivas visiones de mundo pues se polarizan en sus posturas. Es precisamente esa postura uno frente al otro, lo que les asemeja y les hace irreconciliables.


Desde la era moderna la ciencia ha avanzado mucho menguando la visión de los creyentes, pero la ciencia racional no encuentra respuestas para todas las preguntas que la humanidad se plantea. La ciencia racional lo cuantifica, mide, numera todo lo que está a su alcance y con dicha cuantificación pretende saber y comprender todo aquello que es tangible, pero, la ciencia aun no puede cuantificar lo intangible lo abstracto, es decir lo que no es medible, por ejemplo, la mente. Aunque la neurociencia investiga actualmente denodadamente el cerebro, este aún sigue siendo un profundo misterio, que esperamos que la ciencia pueda ir descubriendo. Algunos fisiólogos como Francisco Rubia y otros muchos estudiosos de la materia cerebral han concluido que mente y cerebro son una unidad; esto significa, que evitan separar la mente del cerebro y viceversa.

El erudito Francisco Varela biólogo e impulsor de las ciencias cognitivas, que colaboro en la investigación de la inteligencia artificial, descubrió que no existía un centro o lugar físico sobre nuestro cuerpo y cerebro donde localizar el “yo”. En verdad nuestro cerebro se conecta con todo nuestro cuerpo y viceversa, pero lo misterioso, es que lo intangible, lo que nos anima y da vida, la energía que nos mueve, aquello que los creyentes denominan alma, que es nuestra psiquis, aún resulta un misterio desconocido. Para muchos científicos la biología, la fisiología, y la aun en cierne neurociencia lo explica todo, pero obvian, preguntas y respuestas que conciernen a lo profundo de nuestro Ser. Para muchos de estos científicos el ser humano no es más que una máquina, un montón de tejidos conjuntivos, músculos, nervios, neuronas y no más. Dejando sobre interrogantes nuestra capacidad cognitiva, nuestra evolución consciente y nuestra capacidad creativa.

Los creyentes por otra parte, se aferran a sus tradiciones y dogmas frente a los descubrimientos de la ciencia, resguardándose de ser afectados por las evidencias científicas, bloqueando su propia capacidad cognitiva, su evolución y creatividad.


Ambos ateos y creyentes viven en la polaridad dual de sus mentes, cerrándose a un visión más amplia y profunda de sí mismos. Es en nuestra mente donde configuramos nuestra visión del mundo, siendo nuestra propia mente la que nos abre o cierra las diferentes perspectivas y enfoques que le damos a nuestra vida, al quedarnos fijados en una determinada postura mental, nosotros mismos nos enclaustramos cerrando nuestra visión del mundo. Esta opción de cerrarse en sí mismos, no es más que buscar un punto de seguridad, esto es, pretender fijarse en un punto seguro para estabilizar y aquietar nuestra conciencia con una falsa sensación de seguridad. Pretendemos sentirnos seguros con nuestro particular punto de vista, es más pretendemos convencer a otros de que nuestra visión es correcta para afianzarnos en nuestras pretendidas razones y debilitada seguridad.

La meditación o investigación en primera persona de nuestra mente, es la alternativa para salir de nuestra confusión y cerramiento. La meditación nos permite indagar por sí mismos nuestros límites y condicionamientos, nos permite investigar cuales son nuestros motivos y causas que nos hacen pensar de una manera u otra, tarea nada fácil en principio, pues en la meditación e introspección lo primero que encontramos es un mar de confusiones, un puzle inmenso de piezas sin encajar. Salir de nuestro laberinto mental e intentar encajar todas las piezas sueltas y desordenadas de nuestra mente requiere enorme paciencia, pero, es nuestra baza principal para saber las fuentes de nuestros conflictos internos.

Cuando nuestra mente se postula en un “yo” que se aferra a sus creencias o ideologías, este “yo” se enmarca en sus propios límites y condicionamientos, así decimos “yo soy creyente”, “yo soy ateo”, etc. en el momento en que nos identificamos en la postura de nuestro “yo” generamos una dualidad frente al “tú” que difiere de nuestra opinión o creencia, este combate dual, esta lucha que a veces se vuelve visceral, crea todo un mundo de conflictos interminables.


La meditación nos va llevando hacia una conciencia contemplativa, que nos permite abrir nuestra mente. La apertura de nuestra mente lejos de enfrentar posturas diferentes, las integra, dejando atrás, incluso el debate entre lo viejo y lo nuevo, entre lo moderno y lo antiguo, entre lo superior e inferior, etc. La apertura de la mente en su estado contemplativo trasciende la dualidad y unifica la tradición y el progreso, lo viejo y lo nuevo, etc., ya que todo lo pasado forma parte de uno mismo, y nuestro futuro depende de nuestra opción de abrir la mente y obtener una visión integradora, ya que, si no abrimos nuestra mente, sucederá lo que siempre sucede que la historia se repite cerrada en nuestra visión retrograda.

Cuando los ateos se postulan ante lo moderno y los creyentes se postulan en el pasado, de nuevo entramos en un conflicto dual y temporal. La cuestión del tiempo, nos llevaría a otro dilema, que la propia capacidad racional nos ha planteado; hoy parece que no podemos vivir sin la intervención de lo temporal, pero, eso también se resuelve en los estados contemplativos de meditación, pues, comprobar la relatividad del tiempo es accesible cuando en estado de contemplación el factor tiempo queda en suspenso, esto es algo que la ciencia aún no ha podido verificar, pero que todos los grandes meditadores de ayer y hoy han podido evidenciar por sí mismos, lo que da cierto peso y validez a lo atemporal.


Ya sea que nos pongamos en un lado u otro de los extremos opuestos de la dualidad mental y su raciocinio, quedamos expuestos al conflicto dual que se torna inacabable, por la falta de comprensión y verificación de la naturaleza de nuestra mente. Observar la naturaleza primordial de nuestra mente, requiere ejercitarse en la contemplación, entonces con la claridad de lo que es nuestra mente, podemos salir de nuestro conflicto dual e integrar lo viejo y lo nuevo, la ciencia moderna y las viejas religiones, viendo en el fondo de nuestra mente todas las opciones y perspectivas validas o no que podemos crear, pero lo interesante de reconocer la pura naturaleza de nuestra mente, es que ya no necesitamos crear falsas sensaciones de seguridad, lo que nos concede una libertad creativa incondicional, capaz de superar nuestros bloqueos y posicionamiento carentes de una visión plena de nuestra realidad.


Atentamente:

Rafael Pavía.                                                   26/10/2019.

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