Tradición, revelación y progresión

Tradición, revelación y progresión.

Toda enseñanza, en todos los campos del saber humano ciencia, física, matemáticas, astronomía, medicina, en filosofía, arte, etc., ha existido, existe y existirá un impulso dado por nuestra conciencia, que pretende revaluar constantemente nuestro Ser.

El Ser, como individualidad conoce que todos formamos parte de un gran todo, por lo que nos impulsa continuamente hacia el saber. El saber más elevado, es el “saber vivir”. Para ello el Ser, conociendo que forma parte de una “Unidad múltiple perfecta”, esto es una Conciencia Cósmica, siempre pondrá por delante del individuo el progreso común, para bien de la humanidad, cuando este factor del progreso no se comprende, nos estancamos en los diferentes y múltiples problemas que la humanidad arrastra, políticos, sociales, educativos, de salud, ecológicos, etc.

Aquellos que optan por una vía espiritual, donde activar y despertar sus conciencias, no están exentos de este impulso del Ser, que procura el bien común. De hecho, todas las tradiciones espirituales enseñan y pretenden impulsar esa idea del bien común, mediante la compasión, la caridad cristiana, el virtuosismo, etc. Lamentablemente, la mayoría de las tradiciones y enseñanzas religiosas, se quedan atascadas en el tiempo, quedándose aferradas a su pasado glorioso, pretendiendo mantener sus grandes conquistas y glorificando a sus grandes líderes, sin caer en cuenta de que el progreso impulsado por la conciencia de Ser, requiere una continua revalorización de sus enseñanzas, doctrinas, ritos, etc. Para tal progresión es imprescindible dos cosas: comprender las necesidades actuales de la humanidad y ampliar, a la vez que profundizar en el saber.

Piramide de Maslow

Si impulsamos el saber sin armonía con el Ser o el bien común, entonces surgirán muchos fracasos, como bien demuestra nuestra historia. Lo mismo sucede en el campo religioso y místico, cuando se queda atascado en el pasado, resultando de ello un fracaso terrible, ya que se supone que las vías espirituales deben servir para motivar nuestra conciencia, para despertarla, para conectar con el impulso del Ser. Sin este impulso consciente que nos impele hacia el bien común, ¿qué podemos esperar por parte nuestra y de la humanidad?, solo nos queda el fracaso, el daño, el dolor, el sufrimiento, etc.


Todas las tradiciones religiosas de ayer y hoy, son de enorme valor para nuestro propio saber, todas las grandes y pequeñas civilizaciones buscaron la verdad de un modo u otro, arrancando desde sus propias posibilidades, dejando un legado maravilloso por toda la faz de la tierra. Por tanto, las tradiciones son nuestra base cultural, nuestras propias raíces del saber, por ello debemos de respetarlas y comprenderlas.


Toda tradición espiritual necesita de actualizarse mediante revelaciones, es decir, que cuando alguien descubre por experiencia propia y directa determinadas verdades espirituales de su tradición, vuelven a confirmar la validez de tal tradición. Estas revelaciones personales se confrontan con la propia tradición, sucediendo por un lado que se confirman las enseñanzas o doctrinas de dicha tradición fortaleciendo a esta misma, y por otro lado, sucede a veces, que tales revelaciones personales impulsan un cambio de la enseñanza o doctrina de dicha tradición; solo con que echemos un vistazo a nuestras diferentes tradiciones comprobaremos que efectivamente ha si se ha dado en todos los formatos religiosos.

Martin Lutero
Santa Teresa de Jesus

Por tanto, las revelaciones místicas o religiosas son de suma importancia, tanto para fortalecer las tradiciones, como para brindarles un cambio oportuno y necesario. Cuando se proponen cambios en cualquier tradición incluyendo la tradición en las ciencias, surge el demonio de la “herejía”. Con enormes dificultades se encuentran los herejes cuando procuran un cambio en sus tradiciones, en el pasado y aun hoy las vidas de los herejes han sido sesgadas, con la muerte o con el ostracismo. Tal atrocidad sobre los herejes, se debe, a los celos en la tradición, celos que suelen ser motivados por mantener el poder de sus tradiciones y de los puestos que peligran para quienes se postulan como guardadores fieles de las tradiciones. Cierto es, que toda tradición debe guardar sus doctrinas ante cualquiera que se presente con nuevas “luces” para dar un giro o cambio, pues ciertamente existen muchos falsos profetas ensimismados con sus nuevas ideas, que no siempre resultan adecuadas o beneficiosas.


El bien común, es la línea a seguir en la lucha entre tradición y las luces de las nuevas revelaciones. La línea del bien común, nos debe llevar hacia un progreso que beneficie a la humanidad. En realidad ¿de que sirve la tradición o las revelaciones, sino sirven para un bien común? Cuando se bloquea el progreso, se bloquea todo.

Actualmente existe una gran necesidad de impulsar un progreso en todos los campos del Saber, sobre todo del saber vivir, esto es, dar un impulso a nuestra conciencia por el bien común. Ya en pleno siglo XXI, seguimos con pautas y parámetros de toda índole, basados en el siglo IXX e incluso anteriores a la llamada era moderna. Muchos avances del siglo XX no han sido correctamente canalizados, llegando en estos tiempos a una situación crítica para la humanidad. Sí, no corregimos nuestra visión del progreso, estamos abocados a una catástrofe ecológica, social, económica, política, humanitaria, sin precedentes.

Aquellos que se han implicado en una vía espiritual, y por tanto, en un ejercicio de su despertar de la conciencia, deberían encabezar el impulso de progresión que necesita la humanidad actualmente, en vez de aferrarse a sus tradiciones, o guardarse sus revelaciones para sí mismos, sin apurarse en progresar por un bien común. Ya hemos dicho, que, en toda la historia de la humanidad la línea del progreso, impulsada por el Ser nos ha acompañado siempre hacia una realización interior, donde el Saber y el propio Ser nos ha dado todas las luces para seguir avanzando en nuestro progreso.

Hay quienes miran con añoranza los tiempos idos, que dicen: “siempre fueron mejores”, otros, sencillamente ven de brazos cruzados como la humanidad se desploma en su propia miseria; y, dicen llamarse personas espirituales.


La conciencia, en su naturaleza original y en su impulso hacia el despertar, tiene en común la unidad. Saben, las tradiciones espirituales, que no se hayan muertas o estancadas en su tradición, que todo aquel que busca su realización interior, su postrera y nueva luz, que si solo busca para sí mismo su realización, quedará estancado y sus pretensiones de alcanzar su realización serán mutiladas y fracasadas. Ya que la propia realización interior solo llega a su excelencia cuando la luz adquirida en su tradición y revelación permite una progresión en el bien común.

Se necesita urgentemente una progresión o un impulso para la conciencia en estos tiempos, ¿qué se necesita, que se requiere, que es lo adecuado para este impulso y progresión en el siglo XXI? Son precisamente los más altos dignatarios de las vías espirituales quienes deberían abrirse a esta necesidad contemporánea de impulsar a las conciencias para ejercitarse en la progresión y el desenvolvimiento o despertar de la conciencia, para ello, se requiere:

- Que las doctrinas e instituciones no sean cerradas, es decir, que se abran a una conciliación de los valores espirituales o de la conciencia. Especialmente los círculos esotéricos o las enseñanzas más profundas, ya que hoy en día, nada puede ocultarse, debido a la extensa información pública al respecto. No tiene sentido actualmente guardar celosamente las enseñanzas iniciáticas, que antaño solo se recibían entre los misterios enigmáticos de dichas ordenes, como los masones, rosacruces, templarios, martinistas, y ocultistas de toda índole, pues hoy todas esas enseñanzas están disponibles a cualquier público.

- Se necesita una integración, a la vez que una educación global sobre las diferentes doctrinas y vías espirituales. Ya que, hoy en día sería absurdo e incoherente pensar como antaño, que tal o cual doctrina, o vía espiritual es la única y verdadera. Aunque aún existe un 70% de la población que se aferra a la falsa idea de que solo su religión o doctrina es la única y verdadera; existe un porcentaje del 10% de la humanidad que aborda la idea de una conciencia integral. Siendo la necesidad de impulsar este 10% que encabeza la inquietud de una progresión. Entre un 3 y 5 % ya asumen la conciencia integral, mientras que un 15% mantiene una visión retrograda.

- Se requiere que la educación espiritual enfrente el uso adecuado de la capacidad racional que la humanidad ha alcanzado. No se puede encauzar hoy en día ninguna doctrina, ni vía espiritual sin atender al uso de la mente racional o el intelecto, que la era moderna ha desarrollado, por lo que no cabe como antaño incluir la “fe dogmática” para impulsar la conciencia. Actualmente, se conocen sobradamente las capacidades del uso racional y sus propios límites.

- Se necesita el respeto por el individuo, para que este sea libre de investigar e indagar ya sea dentro o fuera de cualquier tradición o doctrina. Pues aún es común entre las diversas instituciones sobre todo religiosas, la exigencia de la fidelidad no a la doctrina, sino a la institución y sus líderes, tal exigencia hoy está en desuso, pues el propio desenvolvimiento de la conciencia humana reniega del sometimiento de las instituciones y de sus celosos guardianes doctrinales; este sometimiento y obligada fidelidad son rescoldos del pasado por el acatamiento de una fe dogmática. Por tanto, se necesita que los individuos sean totalmente libres en la adquisición del saber y libres del impulso del Ser que conduce hacia el bien común.

- También se necesita el respeto ecuánime tanto como la libertad, ya que, ninguna doctrina es infalible, ni poseedora de la última verdad, por tanto, el respeto para todos los practicantes de las diferentes doctrinas, religiones, filosofías, etc. debe ser ecuánime, sin caer en enaltecer lo nuestro y subestimar lo de los otros. La conciencia integral a la que ya aspira un 10% de la humanidad respeta la libertad del individuo, así como el nivel de conciencia y del saber de cada cual, sin subestimar ni a los individuos, ni sus doctrinas, ni sus instituciones. Este respeto de la conciencia integral, es fruto del propio impulso por el bien común.

- La conciencia integral surge de una gnosis o conocimiento que goza de la “talidad”, esto es, ver la realidad “tal cual es”; lo que equivale a un conocimiento claro de la condición humana y sus diversas necesidades, según el propio nivel de conciencia de cada cual. Hoy gozamos de investigaciones y estudios metódicos sobre los diferentes niveles de la conciencia que la humanidad ha desarrollado a través de la historia, a la vez de estudios concienzudos sobre los diferentes niveles de conciencia y porcentajes que la humanidad actual posee. También existen estudios e investigaciones serias y experimentales sobre los diversos grados de iluminación, éxtasis, samadhi, que se pueden lograr, para ello, se ha basado tanto en las experiencias personales y sus testimonios, como por medio de la neurobiología y la psicología integral.

esquemas de estudios e investigaciones sobre el desarrollo de la conciencia de Ken Wilber.

Para ir concluyendo reiteramos, que, la tradición, la revelación son imprescindibles, pero no son muy útiles en estos tiempos, si no incluyen la progresión, el impulso necesario para que la humanidad pueda dar un cambio efectivo en sus conciencias para enfrentar la gran crisis humana en la que estamos envueltos. Lamentablemente existe una posición cómoda y perezosa sobre todo por los propios líderes espirituales, frente a esta crisis humanitaria, dada tal actitud, sobre todo, por la convicción de que solo sus doctrinas pueden salvar a la humanidad, esta es una convicción dogmática y alejada de una verdadera gnosis o talidad, a la que, la propia tradición alude como universal, es decir una gnosis que no puede situarse en exclusiva, en ninguna latitud espiritual.

Mucho se ha comentado, existiendo innumerable literatura al respecto, sobre, estos tiempos actuales y las influencias de la era de Acuario. Sencillamente recordamos que acuario es un signo gobernado por Urano y subgobernado por Saturno, el primero, Urano influye sobre lo nuevo, sobre el impulso al que nos hemos referido sobre el bien común, pues Urano, según la tradición astrológica rige la conciencia comunal; mientras que Saturno rige las estructuras y la muerte, siendo que, bajo la regencia de Urano, Saturno aplica su influencia sobre la muerte, para que lo nuevo de Urano salga a la luz.


Si la compasión, es la fuerza que emancipa la conciencia integral y la gnosis por el bien común, debemos de comprender que la compasión es ecuánime, fuera de todo dogmatismo o exclusividad.


Atentamente.

Rafael Pavía.                                         11/09/ 2019.

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