Observación del ego

Observación del ego.

Sobre esta cuestión de observar, conocer y eliminar el ego, hay mucho dicho y poco comprendido. La premisa de eliminar el ego o “yo” se da, porque se entiende que el ego es aquello con lo que nos sentimos identificados y por tanto con aquello que concebimos la vida y el mundo. Por tanto, el ego nos condiciona y limita nuestra visión de la propia vida y de lo que es el mundo. Nos sentimos identificados con el cuerpo, con nuestros ideales, con nuestra nación, con nuestro dios, etc., así decimos: Yo soy este cuerpo, yo soy lo que pienso, yo soy español, yo soy cristiano, etc. Cada aspecto de nuestro “yo” que se identifica con tal o cual cosa va acompañada de una emoción y de sus sentimientos, donde surgen simpatías, antipatías, aprecio, desprecio, amor, odio, codicia, altruismo, etc. Nuestro “yo” forma un cumulo de contradicciones, desavenencias, enfrentamientos, que se viven dentro de uno mismo y lamentablemente fuera de uno mismo. Por ello, diferentes tradiciones espirituales nos dicen que hay que eliminar el ego, pues con ello, eliminamos nuestros condicionamientos y limitaciones, obteniendo con ello una nueva, mejor y más profunda visión de lo que es la vida y el mundo; a esta nueva visión le denominan iluminación, que tiene sus graduaciones o niveles.


La psicología académica occidental descarta la eliminación del ego, pues su labor terapéutica, aspira en todo caso, a mejorar nuestra salud mental para seguir con nuestros roles sociales de un modo normalizado; la excepción de la psicología occidental son la psicología transpersonal, que aborda este asunto, y la psicología integral que ha investigado con mayor claridad sobre este asunto.

En cambio, las escuelas espirituales occidentales si nos hablan de eliminar el ego; escuelas como el cuarto camino, los rosacruces, los gnósticos contemporáneos. Otras nuevas escuelas como el Mindfulness o los cursos de milagros, solo se asoman a la cuestión de eliminar al “yo”, pues esta eliminación requiere de una verdadera revolución de la conciencia, pues no es tarea fácil salir de nuestros propio condicionamientos y limitaciones.

Lo primero que se plantea para salir de nuestras limitaciones y condicionamientos del ego, es observarlo. La observación del ego, ha planteado innumerables discusiones sobre cómo y de qué manera realizar tal observación. Se plantea en principio dividirse entre observador y observado, surgiendo confusiones y discusiones, sobre como observar y quien es el que observa. Las escuelas realizan diferentes prácticas para la observación de sí mismo, ejercitándose en la atención y también recurren a la meditación.


La respuesta o solución a la cuestión de la observación de sí mismos, se encuentra cuando descubrimos al “observador”. El grave problema de la técnica de la auto-observación radica en que no se descubre al observador. Hemos podido ver como muchos estudiantes se pasan largos años intentando observarse a sí mismos, sin poder avanzar en sus luces, porque solo se dedican a observar su psiquis, sus pensamientos y emociones, sin reparar en el observador. Por lo que no alcanzan a comprender quien es el “observador”.

Como una respuesta simple y sin muchas luces, se suele responder que el observador es la “conciencia”; pero tal respuesta no suele basarse en una vivencia clara, ni en una experiencia real, sino que la respuesta se da porque así lo enseñan teóricamente en sus respectivas escuelas.

Normalmente ante la dificultad que entraña la auto-observación, se suele repetir una y otra vez, que es cuestión de progresar poco a poco, recayendo una y otra vez en lo que observamos, sin descubrir al observador. Cuando lo realmente necesario e imprescindible es descubrir al observador, puesto que si teóricamente damos por bueno, que quien observa es la conciencia, ¿por qué no empezamos por descubrir al observador, es decir a la conciencia?


En la simple y deficiente respuesta teórica y en el modo en que se plantea esa lenta y tortuosa progresión de ir “poco a poco”, existe una enorme contradicción; ¿cómo queremos despertar conciencia y observarnos, sin descubrir que es la conciencia o el observador? Es obvio que no basta la simple respuesta teórica, en este caso del despertar. Si, reparamos un poco en el hecho de que nuestro propio ego, es quien aprende la teoría y quien nos condiciona y limita, nos daremos cuenta que el propio ego será el menos interesado en descubrir que es la conciencia y quien es el observador.


Si, verdaderamente queremos despertar conciencia y observarnos tal cual somos, necesitamos dirigir nuestra atención hacia el observador, preferentemente que a lo observado.

Observar desde la conciencia:

Sucede algo maravilloso cuando la conciencia descubre al observador, pues de inmediato la conciencia observa sin dificultad alguna; lo que vamos a comentar le resulta difícil de entender a los que persisten en observarse con la mente cotidiana o continúan obcecados en entender con el intelecto las funciones y naturaleza de la conciencia.

El siguiente texto, que vamos a comentar se suele enseñar en las bases de la meditación:

<Este estado primordial ha de ser alcanzado mediante la contemplación del aspecto no existente o vacío de la mente. Si uno llega a comprender que la mente es vacía por naturaleza, ¿de dónde podría venir la dicotomía “sujeto-objeto”? Cuando el yogui llega a la comprensión de esta verdad, la Sabiduría Trascendental florecerá de repente para él, que ahora mora en forma natural y espontánea en el estado primordial.>


Efectivamente, cuando uno aprende a observar adquiere un estado contemplativo, descubriendo en la mente interior que la propia mente es “vacía”, por lo que la dicotomía o dualidad desaparece, se disuelve toda dualidad, quedando disuelto el conflicto entre observador-sujeto y lo observado-objeto.

Surge entonces la conciencia con plena disponibilidad para ejercer sus naturales funciones.

Las prácticas de meditación en estado pasivo deben de aflorar en nuestro diario vivir, es decir que la experiencia meditativa debe de incorporarse a nuestra vida cotidiana, pasando de una meditación pasiva a una meditación activa. Para dar este paso hacia la meditación activa y una observación plenamente lucida, tenemos que romper con el dualismo entre observador-sujeto y lo observado-objeto.

Los pasos para acceder a la meditación activa no-dual, pasan, primero por observar lo bueno y lo malo de la mente, segundo observar la parte activa y pasiva de la mente, y una vez reconocida la parte pasiva de la mente, damos el tercer paso preguntándonos ¿quién es el que observa? Cuando descubrimos en este tercer paso, que la mente es vacía y que por tanto no existe un “sujeto” en tal vacío, entonces se descubre la conciencia en su estado natural e incondicional, carente de “yo”. Por lo que la conciencia sin conflicto alguno ejercerá su natural función de observación plena, sin las obstrucciones de la mente cotidiana y del “yo”.


Cuando en las diferentes escuelas plantean la técnica de la auto-observación, diciendo que hay que dividirse entre observador y observado, lo hacen para facilitar el entendimiento a nivel intelectual al respecto, pero, la practica meditativa debe de profundizar más allá del intelecto o mente ordinaria, para alcanzar la profundidad de la mente interior y su propia naturaleza, esta, naturaleza es la misma conciencia, solo con la conciencia podemos abrir y penetrar en la mente interior.

Al descubrir el vacío de la mente interior y la conciencia en su naturaleza primordial e incondicional (Rigpa en tibetano) se descubre que lo observado-objeto y el observador-sujeto son Uno. Sin que exista dualidad alguna que genere conflicto o confusión.

Con la práctica de la contemplación y observación no-dual, se va comprendiendo que el objeto de observación y el observador son uno, que no pueden realmente estar separados. Sin objeto ¿qué se puede observar?, ¿sin observador que objetos se pueden observar? La división o separación entre objeto y observador y viceversa, resulta de un mal entendimiento de nuestro razonamiento dual, provocado por el mismo “yo”, quien origina la separatividad, la división ilusoria entre “tu y yo”, entre “yo y los objetos”.

“La acción, libre del dualismo mental, produce el despertar de la conciencia”
Samael Aun Weor.


Observar nuestra psiquis:

Al observar nuestro “yo” o nuestra psiquis desde una visión no-dual, comprenderemos que eso que llamamos “yo”, que surge de nuestra mente, es tan vacío como la propia mente. Es decir, que el “yo” solo es real si le damos validez, si nos ponemos de parte de su dualismo habitual y su desacertada visión del mundo, donde todo lo separa. El “yo” no tiene más consistencia que la que nosotros mismos le damos.


El “yo” se aferra al mundo temporal de las formas físicas y psíquicas, pretendiendo subsistir como individuo. La palabra “individuo” que viene del latín, significa “indivisible”, sin embargo, el “yo” todo lo divide y separa con su dualismo.

Todo lo que percibimos, vemos, observamos, es fruto de una única individualidad, que resuena en el “Uno-Todo”. Nuestra conciencia, la mente, el vacío y las formas, forman parte del propio Ser, sin división, sin separación, sin dualismos. El Ser, no puede estar separado de las formas ni del vacío, tampoco está separado de la unidad cósmica.

Así, todo lo que percibimos, vemos y observamos es una "co-creación" nuestra, de nuestro Ser, siendo nosotros mismos quienes le damos mayor o menor validez, mayor o menor consistencia.

Existe abundante documentación sobre la filosofía de la no-dualidad, esta información, se puede intelectualizar y entender algo, lo adecuado, es la experiencia o vivencia al respecto, trascendiendo el dualismo intelectual o de una mente intermedia, que se encuentra entre el mundo de las formas y una realidad abstracta e indefinible que llamamos vacío.

Atentamente:

Rafael Pavía.                                   14/09/ 2019.

Comentarios

  1. Excelente artículo. El ego mediador solo perfecciona en el tiempo su capacidad de imitar el vacío de la Consciencia Universal que somos en esencia . Sin duda que Nisardagatta tenía razón al recomendar , más allá de la meditación para ver lo falso como falso, la devoción no dual concomitante para que en la entrega sin ego, lo Real y la Consciencia se manifiesten ...más allá de nuestra simple actividad neuronal.

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