La Pirámide de la Creación

La Pirámide de la Creación.

Desde los tiempos inmemoriales la humanidad ha buscado el origen de la creación, nuestros antepasados crearon los mitos sobre sus orígenes, y en el estudio comparativo de los mitos (como en el caso de Joseph J. Campbell, y su libro la máscara de los dioses), encontramos paralelismos y similitudes, como el hecho, de que nuestros antepasados consideraban a sus antecesores como superiores a ellos mismos (tenemos el ejemplo del poeta romano Ovidio y su obra metamorfosis) , esta consideración ha permanecido hasta a era moderna, donde la teoría de la evolución de Darwin, dio un giro a la evolución de nuestra especie, considerando que nuestros antepasados eran inferiores a nosotros.


Una de las corrientes de pensamiento contemporáneo la “antropología psicoanalítica”, ha puesto sobre el tapete de la antropología, el conciliar la antropología física con la antropología cultural, poniendo sus investigaciones la consideración del desarrollo psíquico y de la conciencia humana. Unir nuestra visión actual con todo el peso de la ciencia, con los mitos de la antigüedad y su considerable peso, es la idea de la antropología psicoanalítica, que junto con la contemporánea visión de la “Conciencia Integral” nos lleva a descubrir una conciliación en la “Pirámide de la creación”.

Tenemos hoy la teoría del “Big Bang”, la teoría de las cuerdas, y diversas teorías en la astrofísica, sobre la creación de nuestro universo, que continuamente avanzan en sus investigaciones. Una teoría elogiable es la que expone el erudito y promotor de la psicología integral Ken Wilder, en su libro “ecología, sexo y espiritualidad” donde desde una visión integral, expone la evolución de nuestro universo en unión con el impulso de la conciencia creativa, a la que denomina “Eros”.

En una breve síntesis, hoy, aceptamos que los átomos y sus partículas subatómicas se fueron uniendo formando moléculas, y estas a su vez formaron las primeras células vivas, que siguieron en su impulso creativo para formar seres vivos más complejos, corales, algas, plantas y animales de todas las especies. En tal evolución, no podemos negar la increíble capacidad creativa de la naturaleza, y sigue siendo un misterio ¿cómo y de qué manera se ha dado tan inusitada capacidad creativa? Ya que, la sola opción de la adaptación y la supervivencia, no resuelve la capacidad inventiva de la naturaleza, y aún menos resuelve el misterio singular de nuestra especie humana.


La conciencia, es un punto que no podemos eludir en nuestras indagaciones sobre la creación. ¿tienen los átomos y sus partículas conciencia para dar vida? ¿tienen las moléculas que componen el aire, el agua, los minerales y nuestros organismos, conciencia para formar vida? ¿tienen las plantas y animales conciencia? no podemos poner en duda que los humanos si tenemos conciencia y que en menor medida también los animales y según algunos también las plantas. Si dejamos a un lado la conciencia en nuestros estudios, solo podremos resolver una parte de la realidad sobre la creación, por ello, la propia investigación científica se ve abocada a ir incluyendo la naturaleza de la conciencia en sus indagaciones, pues ya se reconoce que en la investigación empírica y de laboratorio la intervención del observador, es decir que el investigador forma parte en gran medida del resultado de toda prueba. Y más allá de las pruebas empíricas y su objetividad, sigue en cierne sobre la operatividad de la propia conciencia en la ciencia moderna o actual; digno de tener en cuenta son los estudios e investigaciones del neurobiólogo e impulsor de las ciencia cognitiva Francisco Valera, en su libro “de Cuerpo Presente”.

La conciencia es auto-luminosa y entre sus cualidades esenciales está el impulso creativo; la conciencia unifica lo observado y al observador, rompiendo la dualidad entre creador y lo creado, así como toda dualidad física y racional que hemos configurado en nuestra concepción del mundo: mente y cerebro, materia y espíritu, evolución e involución, lo temporal y lo atemporal, etc. La conciencia unifica toda dualidad, situándose dentro y fuera de la creación, arriba y abajo, en la plenitud y el vacío; compartiendo igualmente la desgracia y la felicidad, la desventura y la aventura, la razón y la sinrazón, vida y muerte. La conciencia acoge e incluye en todo nuestro Ser toda dualidad unificando los polos contrarios y complementarios.

En la pirámide de la creación, en su cúspide, debemos de colocar a los humanos, según la visión que aquí ofrecemos en base a la antropología psicoanalítica y la conciencia integral, ya que, la especie humana es el fruto y resultado del máximo potencial creativo y consciente que la naturaleza ha originado. Por lo que, desde los inicios de la propia creación nuestra conciencia participo en sus diferentes niveles formativos, desde las partículas atómicas, las moléculas, las células, hasta la creación de seres vivos, plantas, animales y nosotros mismos como especie participamos de tal impulso creativo, quedando todo registrado en nuestra propia evolución y conciencia. Si no fuera de este modo nos resultaría imposible descubrir la realidad que nos envuelve, ya que la conciencia unifica lo observado y el observador.

Es obvio que existen diferentes niveles de conciencia entre los diferentes reinos de la naturaleza y entre los propios humanos, el sabio Jean Gebser llamado el cartógrafo de la conciencia mostro los cinco estados básicos de desarrollo de la conciencia: arcaico, mágico, mítico, raciona e integral, siendo este último estado de conciencia el que actualmente está emergiendo entre los humanos que apuntan hacia la punta de la pirámide de la creación.

En cada etapa o estado de conciencia los humanos buscaron respuestas sobre sus orígenes, sobre la creación, la evolución, sobre la vida y la muerte, ya que se dice que la especie humana es la que mayor conciencia posee ante la inevitable muerte; esta cualidad de nuestra conciencia que nos descubre nuestra finitud, es quizás, la que más influido en nuestra inquietud por saber y conocer nuestra realidad.

Los humanos en todas nuestras etapas y civilizaciones hemos creado nuestros mitos, que de modo arquetípico se conservan en nuestro interior, siendo estas etapas o estados, escalones que nos dirigen hacia la punta y hacia la base de la pirámide de la creación. En la base encontramos nuestros orígenes, desde lo atómico, molecular, celular, biológico, etc. siguiendo la conciencia buscando su realidad hasta acceder al estado racional, que hoy en día prevalece.


Cuando en nuestros mitos creamos nuestros dioses, buscábamos encontrar el motivo o la causa, de nuestros orígenes, así como la verdad y el sentido de nuestras vidas. Sobre esta cuestión, de crear nuestros propios dioses, no pondríamos objeción en estos tiempos, por lo menos, aquellos humanos que en su estado racional se han aproximado a la conciencia integral, dejando atrás lo etno-centrico y sumergiéndose en lo mundi-centrico, o aún más en lo kosmo-centrico.

Si reconocemos que fuimos los creadores de nuestros mitos y sus dioses creadores, así como también, hemos creado y elaborado una gran diversidad de teorías científicas, como de líneas filosóficas, podemos reconocer también, que todo ello ha sido provocado por el impulso creador de nuestra misma conciencia. En cada estado de conciencia dentro del desarrollo humano hemos ido configurando diferentes visiones del mundo y de nuestras propias vidas, ampliando y profundizando en las razones y los motivos de nuestra existencia finita.

La conciencia que unifica lo observado y al observador, así como toda dualidad, es como el Tao de la vida con su yin y yang. Cuando indagamos sobre nuestra conciencia, descubrimos las cualidades propias y naturales de la conciencia, siendo esta, co-creadora de nuestra concepción del mundo, es decir que las respuestas que buscamos sobre la realidad del mundo y nuestra existencia son producto de nuestros estados de conciencia.

Todo lo que leemos, escribimos, vemos, descubrimos, inventamos, etc. surge de nuestra conciencia, que alienta nuestra mente, nuestra alma o psiquis, en este impulso creador siendo coparticipes de nuestra forma de ver el mundo. Por tanto, la realidad que vemos y observamos es fruto de nuestra participación, siendo nosotros mismos, co-creadores de la realidad.


La confusión sobre nuestra realidad y la del mundo viene dada por falta de auto-conciencia, pues si descubrimos la naturaleza propia de la conciencia, descubriremos que aquello que observamos puede verse desde diferentes perspectivas, ampliando y profundizando aquello que observamos o investigamos, tanto dentro como fuera de nosotros mismos. Por tanto, la visión de la vida, de la existencia, del mundo, siempre tendrá la oportunidad de seguir creando, de seguir avanzando hacia una realidad más profunda.

La pirámide de la creación sigue creciendo sin límites, cada día y cada noche, nuestra conciencia puede seguir progresando y avanzando, en la medida que la conciencia se active o despierte a su propia verdad o naturaleza. Si comprendemos que nuestros límites y condicionamientos los hemos creado y gestado nosotros mismos, comprenderemos que nosotros mismos podemos cambiar, transformar, trascender e incluso eliminar nuestras propias limitaciones y condicionamientos, pues al fin y al cabo nosotros mismos hemos sido los creadores de nuestros límites, restricciones, condiciones, etc.


Cuando nos quedamos estancados por nuestras creencias, dogmas, ideales, religiones, moralidades, es decir nuestra forma de ver y concebir la vida y el mundo, tenemos que ver que quedamos prisioneros de nosotros mismos, de nuestras propias creaciones.

La conciencia es siempre libre, sin libertad nuestra conciencia queda presa o esclavizada frenando nuestro avance hacia una mayor luz. Si, como dicen algunas investigaciones en neurobiología, ya comprobadas, nuestros actos están condicionados por nuestro cerebro, y que incluso el cerebro precede a nuestra actividad física y psíquica, llegando a considerar que por este motivo, no somos responsables de nuestros actos por estar condicionados neuronalmente, siendo que este hecho llegaría a implicar incluso cambios en la legislación de los delitos. Siendo que a la par de estas investigaciones neurobiológicas, han determinado celebres neurobiólogos y fisiólogos como el caso del reconocido Francisco J Rubia, que cerebro y mente son uno, cuestión que explica en su libro “el fantasma de la libertad”; siendo esto así, tenemos que añadir, que somos nosotros mismos y nuestra conciencia quien a co-creado y diseñado nuestra fisiología y nuestro cerebro, lo que nos devuelve la libertad de reconstruir y remodelar nuestra mente y cerebro, aunque tal reforma se daría en su debido tiempo.

En la biología actual, se reconoce el hecho de las mutaciones o cambios súbitos en la naturaleza, dándose como una insurrección biología, cuestión de la que ya hablaban los antiguos alquimistas, por lo que las transformaciones físicas y psíquicas son viables. Pero todo ello acontece, según nuestra conciencia configura nuestra realidad, lo que requiere cambios en nuestros pensamientos, en nuestras reflexiones y emociones, así todo cambio o transformación conjuga lo interior con lo exterior, en un estrecho vínculo entre cuerpo y mente.

Nuestros mitos con sus dioses, diablos, paraísos, cielos e infiernos, con todas sus doctrinas, religiones, dogmas de fe, moralidades, e instituciones que giran en este entorno, son creaciones nuestras que con mayor o menor luz o comprensión fuimos estableciendo y configurando. Todas estas creaciones nuestras nos condicionan, nos estancan, en cuanto nos asentamos en ellas y nos acomodamos en una “falsa sensación de seguridad”, donde configuramos nuestra visión del mundo. No es que sean malas nuestras visiones o configuraciones, pero, si es cierto que, al amoldarnos en ellas, sin procurar una revaluación o progresión quedamos cerrados y estancados, limitándonos y cerrando las opciones o mejorar en todos los diferentes aspectos de nuestras vidas.

Aunque nosotros mismos hemos configurado nuestra moral, nuestras creencias y dogmas ya sean religiosos, científicos, filosóficos, etc. eso no debe de impedir que sigamos el impulso creador y avancemos en nuestras luces. En el momento en que creemos saber y conocer la realidad, afirmando que estamos en lo cierto, en ese mismo instante nos quedamos estancados, en ese momento hemos fijado nuestros límites. Pero la conciencia buscara el modo de romper nuestros propios límites o condicionamientos, ya que la conciencia se encuentra dentro y fuera de nosotros, y la misma conciencia lucha por su libertad, por su voluntad creativa, por emancipar sus luces. La conciencia utilizara tanto los medios externos como internos por sacarnos de nuestro estancamiento.

Dios Jano-Bifronte

Como hemos dicho en variadas ocasiones, la mayor aventura que podemos emprender es el conocimiento de sí mismos, despertando y activando nuestra conciencia. La libertad es fruto de nuestro mayor conocimiento sobre sí mismos; y con la libertad podemos dar mayor plenitud a nuestro Ser, permitiendo que la pirámide de la creación siga su curso.

Atentamente,


Rafael Pavía.                                       22/09/ 2019.

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