Abrir la mente

Abrir la mente. 
Mindfulness, Samantha y Vipassana.

Cuando nos sentimos agobiados, intranquilos o inquietos por nuestros múltiples problemas, con sus temores y desesperanzas, podemos recurrir a la meditación, actualmente el mindfulness (mente atenta) es una práctica que se está difundiendo con éxito, las raíces de tal práctica se encuentran en as técnicas budistas de meditación. El mindfulness es efectiva para aquietar nuestra mente y reducir su hiperactividad, permitiendo que pongamos mayor atención en nuestro diario vivir.

Las técnicas tradicionales del budismo trabajan en dos practicas básicas, samatha y vipassana, la primera es la práctica de relajación y calma mental, que nos puede llevar hacia el silencio, la contemplación y el vacío; mientras que la meditación vipassana inquiere e investiga los funcionalismos de nuestra mente, se trata de un psicoanálisis donde descubren la relación de los sentidos físicos y psíquicos, indagando sobre la memoria, la identidad del “yo”, la naturaleza sutil de la mente, etc.


En la práctica de la meditación es bueno practicar los dos métodos samatha y vipassana, siendo la primera, el samatha la indicada para iniciarse, de ahí, surge el mindfulness, pues necesitamos una mente atenta y en calma para indagar sobre nosotros mismos.

Nuestros problemas, agobios, sufrimientos, etc., no se van así como así, sucede que podemos dejar la mente más o menos en calma, tranquila en nuestra practica de meditación y aprovechar esa calma para nuestro diario vivir, pero nuestra propia actividad y los sobrevendidos problemas nos acucian y desestabilizan, quedándonos nuevamente bloqueados y angustiados.

Persistir inteligentemente en la práctica es lo adecuado y digo inteligentemente, porque en la misma practica de meditación nos podemos quedar estancados, pues aunque alcancemos un buen nivel de relajación mental, sucede que nuestra visión y los parámetros del cotidiano vivir siguen siendo los mismos.

Cuando alcanzamos cierta serenidad mental, tenemos que iniciar nuestra indagación sobre sí mismos, sobre nuestra propia mente, sobre nuestro ego, etc., poco a poco debemos reconocer la naturaleza de la mente, su relación con el cuerpo físico, y todos sus funcionalismos, finalmente descubriremos la naturaleza esencial de la mente.


Cuando descubrimos la realidad de la mente, su propia naturaleza, podemos ver con claridad todos nuestros condicionamientos, limitaciones, parámetros, que rodean nuestra vida cotidiana. Descubriremos que dichas limitaciones y condicionamientos son creaciones mentales y que su consistencia o validez, depende exclusivamente de nosotros mismos, es decir, que la realidad de nuestros problemas, agobios, angustias, etc. son tan solo objetos que nuestra mente sostiene al identificar los objetos como cuestiones certeras y válidas. Sin embargo, si persistimos inteligentemente en la meditación, descubriremos que tal identificación, validez, y certidumbre que creamos sobre los objetos mentales (preocupaciones, emociones negativas, fantasías, etc.) no es más que un condicionamiento creado por nosotros mismos. Al realizar tal descubrimiento comprenderemos de inmediato, que no tiene sentido dar validez a aquello que nos está perjudicando y aún más comprenderemos que la realidad de tales objetos mentales es efímera, puesto que basta dejar de sostenerlos y de darles validez, para que dejen de tener fuerza o peso sobre nuestra mente, con tal comprensión dejamos de identificarnos con nuestras limitaciones y condicionamientos. La pauta de la meditación inteligente, nos revela que aquello que nosotros mismos hemos creado y sostenido, lo podemos des-crear y dejar de sostenerlo.

Sucede, que cuando hemos comprendido cabalmente los funcionalismos de nuestra mente, podemos hacer un uso inteligente de nuestra mente. Entonces, podemos recurrir a la apertura de la mente. Una vez, descubrimos la naturaleza de la mente, y que esta es ilimitada, siendo que en su naturaleza primordial no tiene ningún condicionamiento y es completamente libre y pura, semejante al propio espacio. De tal manera que ante tal revelación, por un lado podemos ver las cosas tal como son, y por otro lado podemos abrir nuestra mente ilimitada, creando visiones nuevas que permitan trascender cualquier problema, preocupación y angustia, ya que, fácilmente podemos dejar de estar condicionados y limitados, sabiendo que nuestra mente es ilimitada, libre y pura.


La mente primordial es pura y por tanto libre e incondicionada, porque no está sujeta a lo temporal, por tanto, no está sujeta a los problemas y agobios de ayer, del pasado; y siendo inteligentes nos daremos cuenta que la mente, aunque pretendamos trasladarla al futuro, siempre lo hará desde un presente. La ciencia de la neurobiología ya ha descubierto como nuestro cerebro y la mente, constantemente viven en el presente, siendo que el cerebro reconstruye a cada momento sus recuerdos y su pasado, y obviamente trasladarse al futuro lo hace desde un presente (The neuroscience and physics of time, el cerebro humano constituye un sistema complejo que no solo computa el tiempo, sino que lo crea. Construye nuestro sentido del flujo cronológico y permite un viaje mental: simula el pasado y aventura el futuro. Investigación y ciencia).

Por lo comentado, es por lo que en el budismo se dice que todos los seres sintientes poseen “la naturaleza del buda”, lo que equivale a decir que todos los seres tienen la opción de iluminarse. También, por lo comentado, la tradición de la meditación insiste en vivir el presente, sin caer en los condicionamientos del pasado y de un futuro que aún no existe. Así, si nos establecemos en la naturaleza primordial de la mente, nuestra visión del mundo también se abrirá, trascendiendo todas nuestras dificultades, sin caer en nuestros propios condicionamientos y limitaciones.



Lo difícil es fácil:

Todos los pasos que hemos enumerado para llegar a nuestra mente primordial, parecen difíciles de alcanzar, sin embargo, podemos saltarnos todos esos pasos, si directamente apuntamos a la esencia de la mente. Este paso directo a la esencia de la mente, suele ser dirigido entre los maestros de meditación, principalmente en las enseñanzas dzogchen (gran perfección) y el advaita (no dualidad), asegurándose de que el discípulo no caiga en las trampas de una mente condicionada, por lo que es bueno tener el asesoramiento de un experto meditador.

Sencillamente decir que lo difícil o fácil, es uno de esos condicionamientos que elabora nuestra propia mente. Si, apuntamos directamente a la esencia de la mente podemos sortear incluso las propias dificultades y condicionamientos que la meditación presenta. Solemos decir, que, todo se debe de dar progresivamente, con su debido tiempo, pero la verdad, es que si o si, solo el presente es el único tiempo vigente; si reconocemos la presencia del presente, con mayor facilidad descubriremos la mente en su estado primordial.


Atentamente:

Rafael Pavía.                                                27/09/2019.

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