Unidad no dual y conciencia integral
Unidad no dual y conciencia integral.
Cuando nos referimos a nuestro “yo”, estamos refiriéndonos a nuestra parcela dentro de este mundo y universo. La pregunta es ¿puede el “yo” integrarse en su plenitud en este mundo o universo? En el momento que nos situamos dentro de nuestro “yo”, nos separamos del resto del entorno, de las cosas, las personas, la naturaleza, etc. Al hablar del “yo” nos estamos situando en nuestra individualidad, en nuestra propia parcela, donde cada cual tiene su propia visión del mundo y de la vida, ¿cómo entonces podemos integrarnos en plenitud con el resto de universo?
Estudiar e investigar el “yo” nos debe de abrir la conciencia hacia una plenitud e integración con el universo, por lo que hay que entender, que nuestra parcela individual o “yo”, es quien nos limita la visión del mundo y la vida, en esta parcela se encuentran nuestros límites, condicionamientos, carencias, excesos, creencias, ideologías, etc. Para encontrar una conciencia capaz de integrase en el “Todo-Uno”, tenemos que examinar nuestra propia conciencia, y esta, nos permitirá examinarnos a nosotros mismos y comprender como hemos elaborado nuestro propio “yo”.
Mientras no investiguemos nuestro “yo”, la conciencia permanecerá aletargada en sus condicionamientos o parcela propia, como si nuestro “yo” fuera una tortuga que se protege en su caparazón.
Aquellos que aspiran a tener una sintonía con el universo, con la vida y con el mundo, tendrán que abrirse y salir de su caparazón, dejando de ver la realidad desde una dualidad que surge del propio “yo”, ya que el “yo” forma o crea una dualidad surgiendo el “tú”, así se conforma el tú y el yo. Y desde el “yo” todo se ve separado de sí mismos, así el “yo” mantiene una perspectiva siempre aislada de todo aquello que le rodea, siempre separado de lo que percibe, interpretando la realidad desde su propia condición, es decir de sus creencias, ideologías, paradigmas, condicionamientos culturales y sociales, etc.
Abrir la conciencia e investigar nuestro “yo” y el sí mismo, nos permitirá salir de nuestros condicionamientos, abriéndose la conciencia a una unidad integradora. La unidad lo integra todo, por lo que el “yo y el tú” se disuelven, esto nos permite apreciar la realidad desde una nueva perspectiva no condicionada por nuestra visión parcelada.
La unidad no dual es “el océano de la vida libre en su movimiento”, es el espacio ilimitado que lo integra todo. Y si es nuestra aspiración fundirnos en la “totalidad”, tenemos que abrirnos más allá de nuestro “yo individual”. La pretensión de fundirse o integrarse en la totalidad, es un impulso que viene desde nuestros orígenes, siendo la propia conciencia la que nos mueve a encontrar sus orígenes y con ello su destino.
Sentirse integrado en la naturaleza, en la sociedad, en todo lo que nos rodea es el acicate de la conciencia. La conciencia que busca el amor, buscara la unidad y la integración, con ello surgirá la compasión o conciencia por todos los seres vivientes. No puede existir amor sin unidad, sin integración, sin compasión, por lo que la actividad de la conciencia o su despertar vendrá ligada y comprometida con la compasión.
Si nuestra mente es incapaz de comprender lo que implica la integración, sencillamente es debido a sus propios condicionamientos. Cuando indagamos sobre nuestra mente, veremos que en nuestra mente hemos configurado una modalidad propia que demarca nuestro “yo” y con ella nuestra visión parcelada. Pero nuestra mente, si se examina bien, puede abrirse a nuevas realidades, porque quien acota los límites de nuestra mente es nuestro “yo” con su parcela individual.
La mente, es semejante al espacio, en realidad los límites de la mente los imponemos nosotros mismos, por lo que podemos abrir o cerrar la mente. La mente, es un espacio donde podemos dar cabida a todo, siendo la propia mente guiada por nuestro “yo” la que abrirá o cerrará su propio espacio.
Con nuestra conciencia podemos revisar nuestro “yo” y nuestra mente, cuando vemos que la mente tiene la opción a abrirse y ampliar su visión, entonces podemos seguir indagando hasta ver su ilimitado espacio.
La conciencia es inmanente a la vez que trasciende toda la realidad que nos envuelve, siendo la conciencia equiparable a la luz, la sabiduría, a la compasión, etc. la cualidad auto-luminosa de la conciencia aflora en la medida que se emancipa, con su propia actividad. La conciencia es auto-luminosa cuando se emancipa o libera de sus condicionamientos, cuando esto sucede, ella por si misma descubre la realidad de la vida ampliando y profundizando en su visión y comprensión.
Despertar conciencia permite que nuestra mente se abra a la infinitud, mientras nuestro pequeño “yo” se hace más pequeño, ante la inmensidad del océano la vida libre en su movimiento. De modo que la fusión con el universo y con la plenitud de sí mismos, florece de modo natural en la medida que dejamos nuestra pequeña parcela, para integrarnos con la unidad que todo lo sostiene mediante el amor, la compasión y la sabiduría.
La unidad-no dual es lo absoluto, en lo absoluto nada está separado, todo está integrado en un espacio ilimitado e incondicionado, donde todo tiene cabida gracias a una comprensión igualmente integradora. Mientras el “yo” persista en su subsistencia y su visión parcelada, la unión o fusión con el universo se hará esperar.
Atentamente:
Rafael Pavía. 5/7/2019.
Cuando nos referimos a nuestro “yo”, estamos refiriéndonos a nuestra parcela dentro de este mundo y universo. La pregunta es ¿puede el “yo” integrarse en su plenitud en este mundo o universo? En el momento que nos situamos dentro de nuestro “yo”, nos separamos del resto del entorno, de las cosas, las personas, la naturaleza, etc. Al hablar del “yo” nos estamos situando en nuestra individualidad, en nuestra propia parcela, donde cada cual tiene su propia visión del mundo y de la vida, ¿cómo entonces podemos integrarnos en plenitud con el resto de universo?
Mientras no investiguemos nuestro “yo”, la conciencia permanecerá aletargada en sus condicionamientos o parcela propia, como si nuestro “yo” fuera una tortuga que se protege en su caparazón.
Abrir la conciencia e investigar nuestro “yo” y el sí mismo, nos permitirá salir de nuestros condicionamientos, abriéndose la conciencia a una unidad integradora. La unidad lo integra todo, por lo que el “yo y el tú” se disuelven, esto nos permite apreciar la realidad desde una nueva perspectiva no condicionada por nuestra visión parcelada.
Sentirse integrado en la naturaleza, en la sociedad, en todo lo que nos rodea es el acicate de la conciencia. La conciencia que busca el amor, buscara la unidad y la integración, con ello surgirá la compasión o conciencia por todos los seres vivientes. No puede existir amor sin unidad, sin integración, sin compasión, por lo que la actividad de la conciencia o su despertar vendrá ligada y comprometida con la compasión.
Si nuestra mente es incapaz de comprender lo que implica la integración, sencillamente es debido a sus propios condicionamientos. Cuando indagamos sobre nuestra mente, veremos que en nuestra mente hemos configurado una modalidad propia que demarca nuestro “yo” y con ella nuestra visión parcelada. Pero nuestra mente, si se examina bien, puede abrirse a nuevas realidades, porque quien acota los límites de nuestra mente es nuestro “yo” con su parcela individual.
Con nuestra conciencia podemos revisar nuestro “yo” y nuestra mente, cuando vemos que la mente tiene la opción a abrirse y ampliar su visión, entonces podemos seguir indagando hasta ver su ilimitado espacio.
La conciencia es inmanente a la vez que trasciende toda la realidad que nos envuelve, siendo la conciencia equiparable a la luz, la sabiduría, a la compasión, etc. la cualidad auto-luminosa de la conciencia aflora en la medida que se emancipa, con su propia actividad. La conciencia es auto-luminosa cuando se emancipa o libera de sus condicionamientos, cuando esto sucede, ella por si misma descubre la realidad de la vida ampliando y profundizando en su visión y comprensión.
La unidad-no dual es lo absoluto, en lo absoluto nada está separado, todo está integrado en un espacio ilimitado e incondicionado, donde todo tiene cabida gracias a una comprensión igualmente integradora. Mientras el “yo” persista en su subsistencia y su visión parcelada, la unión o fusión con el universo se hará esperar.
Atentamente:
Rafael Pavía. 5/7/2019.
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