El Karma, la mente y como trascender la ley de causa y efecto.

El Karma, la mente y como trascender la ley de causa y efecto


Comprender que es el karma o la ley de causa y efecto, requiere conocer como fabricamos nuestro propio karma.

Se entiende que el karma es un lastre de nuestro pasado, que acumulamos debido a nuestro deseo o apego a los diferentes aspectos de la vida. Ante el karma ponemos nuestro nacimiento y muerte, entre estos dos puntos de inicio y final encontramos todo nuestro destino o karma. Comprender bien que es y porque se produce el karma debe de incluir comprender que traemos al nacer y que nos llevamos al morir, mientras tanto vamos trabajando con diferentes valores que nos acompañan por la vida, valores que gestionan nuestra manera de hacer las cosas, de pensarlas de sentirlas, etc.

Todo aquello que deseamos o rechazamos forma parte de esos valores, donde surgen las cuentas de nuestro karma. Nuestro dolor y sufrimiento se mueve entre lo que queremos y lo que rechazamos, siendo habitual que aquello que deseamos se puede convertir en fruto de nuestro dolor, incluso es bien sabido por los grandes sabios de la humanidad que desear la liberación espiritual se puede convertir en un obstáculo e incluso un sufrimiento en nuestra realización.


Hay que comprender que somos nosotros mismos quienes construimos y desarrollamos y gestionamos nuestro karma, siendo todos los demás aspectos que relacionamos con el karma ornamentos o agentes que nosotros mismos configuramos, como pueda ser: la ley divina, la ley de compensación o retribución, la ley del esfuerzo y la recompensa, etc. todas estas leyes las configuramos nosotros mismos, sin que intervengan agentes externos a nosotros mismos.

Si dejáramos en manos de otros nuestro karma, quedaríamos exentos de nuestra responsabilidad, y precisamente el karma apela a nuestra propia responsabilidad. Cada cual debe de aprender a gestionar su karma, esto es su vida, siendo responsable de sus actos, sentimientos, deseos, valores, etc.

La responsabilidad nos concede libertad, pues gestionando nuestros valores podemos hacer que estos nos aporten una mejor calidad de vida.


Cuando huimos de aquello que nos desagrada o nos causa sufrimiento, tenemos que hacer un ajuste de valores, cuando deseamos o nos apegamos a una cuestión determinada, también tenemos que hacer otro ajuste de valores, para que los efectos de aquello que nos desagrada o nos agrada no repercuta a posteriori, dejando nuestro destino limpio de consecuencias futuras.

Liberarse del karma, significa haber aprendido a gestionar todos los valores humanos que poseemos. Principalmente es el miedo el valor que más nos implica en el karma, el miedo nos hace débiles ante las buenas o malas circunstancias, tenemos miedo a perder lo bueno, esto es apego, y tenemos miedo a enfrentarnos a las malas circunstancias. Lo bueno o lo malo son consideraciones propias que suelen ser apoyadas por las condiciones sociales. Hay que sustituir el miedo por la comprensión, cuando se comprende claramente que solo uno mismo es dueño de su vida y sus actos, ya no importan tanto las circunstancias, sino como encaramos tales circunstancias.

Si uno se plantea el karma como una cuestión que simplemente sirve para tener una vida más cómoda y entre comillas más “feliz”, nos encaminamos hacia un apego a lo que consideramos cómodo o satisfactorio, creando una dependencia que como causa nos provocara sufrimiento por temor a perder tal comodidad o felicidad. Esta visión sobre el apego a los satisfactorio, es bien relatado y explicado por el budismo cuando se refiere a liberarnos de la rueda del samsara, que incluye el reino o mundo de los dioses, es decir, se refieren a que incluso hay que desapegarse del mundo de felicidad que representa el reino de los dioses. Todo ello con la intención de comprender en última instancia como liberarse de la ley de causa y efecto, el karma.


Si nosotros apelamos a agentes externos que gestionen nuestro destino o karma, abandonamos gran parte de nuestra responsabilidad consigo mismos. Tanto si suponemos que es un dios todo poderoso con su corte de ángeles, como si creemos que Anubis y sus jueces del karma, como si el buda Heruka, tienen que intervenir en nuestro karma o destino, entonces nos será imposible trascender el karma, puesto que ya no depende de nosotros. Esta postura de aludir a agentes externos que manejan nuestro destino y karma en realidad es una postura cómoda e irresponsable. Cayendo en tal postura cómoda en el absurdo de culpar a los mismos dioses de nuestro dolor y sufrimiento.

La responsabilidad consigo mismo y con los demás solo depende de uno mismo, siendo que todos los agentes externos que suponemos fuera de nosotros, en realidad son arquetipos que constituyen nuestro Ser. No estando fuera de nosotros sino dentro de nosotros.


La imposición de agentes externos sobre nuestra conciencia, para que nos portemos bien suele ir acompañada de un gran temor a que las divinidades se enfaden sobre nosotros y que nos añadan más sufrimiento y dolor. Con esta visión en realidad estamos huyendo de nosotros mismos, dejando que las causas y efectos sigan su curso sin enfrentar nuestra realidad, sin enfrentar nuestros valores y nuestros temores.

Si asumimos nuestra plena responsabilidad sobre nuestro karma seremos más libres, aceptando nuestros errores y aprendiendo de ellos. Buscamos el favor de los dioses, sin comprender que somos nosotros mismos quienes hemos creado nuestro karma individual y colectivo. Cuando iniciamos nuestro proceso de liberarnos del karma, hay que comprender como hemos configurado nuestro propio karma con todas las circunstancias que eso conlleva, siendo nuestro propio “yo” quien ha configurado toda su visión del mundo y quien ha dado credibilidad a los agentes externos.


La mente como constructora de nuestra realidad y nuestro karma.

La mente es nuestro propio espacio, donde gestamos, construimos y desarrollamos toda nuestra realidad. Nuestra mente, no tiene fronteras, ni muros de contención, a menos que nosotros mismos construyamos esos muros o límites.

Nuestra mente al no tener fronteras en su estado natural participa de la mente colectiva o universal. Nuestra mente en principio, no está cerrada a menos que nosotros mismos la bloqueemos, por eso mismo, un niño pequeño es capaz de asimilar cualquier cultura, creencia, o forma de vivir, ya ubiquemos al niño en china, en EEUU, en África o donde sea, la mente del niño está abierta aceptando cualquier forma de vida, creencias, dogmas, etc., somos los educadores y la sociedad en que vive el niño quien lo condiciona.

Por tanto, somos nosotros mismos quienes abrimos o cerramos nuestra mente. Al cerrar nuestra mente con nuestras creencias, conceptos, prejuicios, etc. nosotros mismos nos condicionamos y limitamos.


El karma, por tanto, se gesta en nuestra mente, creando las condiciones las limitaciones, dogmas, etc., Trascender el karma significa dejar nuestra mente libre e incondicionada, dejando la mente en su estado natural, sin rastros, lastres, huellas o semillas que la condicionen.

Aquello que conocemos o creemos conocer suele reincidir en la auto-afirmación, ya que siempre andamos buscando una seguridad donde cobijarnos, pero la naturaleza de la mente es siempre abierta y dispuesta a comprender y saber mejor lo que es la realidad. Está en nuestras manos poder abrir o cerrar nuestra mente, siendo la falsa sensación de seguridad que nosotros construimos, la que busca siempre auto-confirmar la realidad que sostiene la mente condicionada o cerrada.


Si asumimos nuestra responsabilidad consigo mismos, tendremos que ver cómo funciona nuestra mente, tendremos que ver como nuestra mente a construido y organizado nuestras vidas, creencias, dogmas, conceptos, deseos, etc. De modo que no importa mucho si somos ateos o creyentes, mientras no conozcamos cabalmente que es y cómo funciona nuestra mente. Para ello se requiere ejercitarse en la auto-conciencia, en la reflexión y meditación sobre sí mismos.

Visto esta ya, que nuestra mente es capaz de formular y crear diferentes mitologías, creencias, conductas, morales, etc. Querer afirmar una creencia y negar otra es desconocer la realidad de la mente y como esta crea, concibe, y desarrolla su realidad.

Nuestro karma se hace más rígido cuanto más cerremos la mente, en la medida que sigamos auto-afirmando nuestras creencias y supuestas realidades, vamos quedando confinados a una visión parcelada de la realidad. El fanatismo y el dogmatismo nos crean un sistema de vida y un karma tan rígido como nuestro propio convencimiento de esos dogmas o creencias.


En la medida que comprendemos como gestamos, creamos y desarrollamos, nuestra realidad, que incluirá nuestros deseos, apegos, emociones, conceptos, etc. nuestra mente se ira abriendo cada vez más, a favor de una mayor comprensión sobre nuestra realidad. Aquellos dioses, leyes, creencias, dogmas, conceptos, que asumimos como ciertos, nos pueden servir para ver ¿qué somos? Y ¿cómo pensamos?, pero no debe esta visión relativa encadenarnos a una exclusiva visión, que, por la comodidad de crear una sensación de seguridad, nos encierre en una realidad limitada y por tanto condicionada; si nos cerramos a la cómoda sensación de la falsa sensación de seguridad, caeremos por ley de causa y efecto en tal estrecha visión, cerrando la mente y cerrando la posibilidad de aprender, comprender y profundizar más en nuestra realidad particular y común. 

Una mente natural, abierta, incondicionada nos libera del karma y nos permite progresar, indagar, comprender mejor y enfrentarnos a nuestro karma sin los miedos, temores y prejuicios habituales de nuestra mente cotidiana, cerrada en sus hábitos de pensar, sentir, desear, etc.


En nuestra mente esta nuestro karma, según comprendemos la mente podremos liberarnos del karma.

Atentamente:

Rafael Pavía.                                      20/07/2019.











Comentarios

Entradas populares de este blog

Meditación Contemplativa

La eliminación de “yo”.

Ilusión y desilusión espiritual