EL OCEANO DE LA VIDA LIBRE EN SU MOVIMIENTO

EL OCEANO DE LA VIDA LIBRE EN SU MOVIMIENTO


Somos gotas en el océano de la vida libre en su movimiento, nuestra conciencia está sumergida en el océano de la vida, mientras que nuestro pequeño “yo” es una simple gota, sometido a los vaivenes, mareas y oleajes de la vida.

Despertar conciencia, nos lleva a comprender la dimensión del océano de la vida, que es ilimitado, un espacio sin fin, en una mente infinita y universal, mientras el “yo” se siente perdido entre las subidas y bajadas de la marea del mar, el dios Neptuno juega con nosotros mientras aprendemos a navegar entre la calma y las tempestades.

Mientras nos sentimos individuos encerrados en nuestro pequeño “yo”, nuestra conciencia sufre los embates de la vida como en un rompeolas, cada golpe de la vida con sus fortunas y desgracias son simples olas que regresan al océano de la vida, la vida nos pertenece en su totalidad, vivir en la parcela limitada de nuestro “yo” nos impide asumir la totalidad del océano, donde la conciencia asume la misma libertad que mueve el océano de la vida.

La libertad es entonces una conciencia profunda de nuestro Ser, siendo el Ser la totalidad de nuestra realidad sin las limitaciones parceladas de nuestro pequeño “yo” cotidiano. Comprender la naturaleza de Ser, requiere sumergirse en las profundidades del océano, en sus orígenes; vivir de acuerdo con la plenitud es encontrar el Tao de la vida, la armonía completa, la conexión profunda, que nos permitirá ver como todas las olas de la vida regresan al fondo del mar, donde todos estamos unidos en la atemporalidad, porque en el fondo del océano las olas descansan en sus orígenes, en un vacío pleno de potencialidad.

Estamos hablando de la vida, de lo que realmente te pertenece, que es aquello que siempre permanece en nosotros. Lo que nos pertenece es atemporal, descubrir lo atemporal es sentarse en el fondo del océano con la vista alzada mirando el oleaje de mar. 




En el fondo del mar de la vida somos inmensos,

Todos somos Uno, con un mismo sabor salado.

No somos tu y yo, somos todos nosotros, solo Uno, 

No hay diferencia, hay integración, hay comprensión,

La ola buena contra la mala y se hunden en el fondo,

En el fondo se reconcilian se unen el bueno y el malo,

El ignorante y el sabio, el humilde y el poderoso.



En el océano profundo el tiempo deja de existir,

La quietud es inmensa, el silencio esclarecedor, 

Tú tiempo, mi tiempo, nuestro tiempo, se unen,

En un eterno ahora, por ello las olas se mueven,

Mientras el fondo permanece quieto, en su Tao.


Mientras distingas y diferencies el fondo de la superficie,

No obtendrás el Tao, la perfecta armonía, el Uno sin-dos, 

Lo eterno, lo que te pertenece permanecerá oculto,

Mientras te distraigas estarás embutido en tu “yo”,

Separando lo de arriba y lo de abajo, lo de fuera y lo de dentro,

Separando lo nuestro de lo vuestro, lo mío de lo tuyo,

Separando a buenos y malos, a justos e injustos.


Y sintiéndonos como una sola gota nos sentimos perdidos,

Y entre los vaivenes de las olas la conciencia ahogándose,

Sin darse cuenta que la vida plena nos pertenece en todo,

En el fondo y en la superficie, dentro y fuera, arriba y abajo, 

En el cielo y en el inferno, en lo temporal y en lo atemporal.


Siendo todos Uno, nos dice Neptuno: 

“lo que te pertenece es de todos,

lo que te pertenece no tiene propiedad, 

no tiene distinción, no es caduco, 

no te excluye te une, es amor que mueve la vida.”

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